Hoy, líderes y lideresas mundiales se reúnen en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, para iniciar la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28), un espacio crucial para avanzar hacia la acción climática.

Sin embargo, no podemos engañarnos. A pesar de tres décadas de negociaciones y acuerdos, seguimos viendo una continua alza de emisiones. De hecho, el 2023 se proyecta como el año con las temperaturas más elevadas. Hemos visto promesas incumplidas en cuanto al financiamiento climático. Existen profundas divisiones geopolíticas en lo relativo al resurgimiento de inversiones en combustibles fósiles y el incremento de los desastres vinculados al clima.

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La meta es clara: nuestro desafío colectivo consiste en lograr la transición de la economía mundial para emprender un camino resiliente y de cero emisiones netas. El Acuerdo de París establece que debemos mantenernos debajo de los 1,5 grados. Para que esto ocurra, el mundo debe reducir las emisiones a la mitad para 2030,

y un nivel de cero para 2050. Es necesario un cambio transformador en lo referido a sistemas de energía y alimentación, infraestructura, transporte, uso de suelo, industria, entre otros sectores.

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Para Ecuador, la COP28 representa una oportunidad para reflexionar sobre los desafíos que presenta esta problemática: la amenaza a la economía y los ecosistemas; la deforestación; los cambios drásticos en los patrones climáticos; y, sobre todo, el impacto de estos efectos en las comunidades más vulnerables.

Asimismo, el país enfrenta la urgente necesidad de eliminar o al menos focalizar los subsidios a los combustibles fósiles y canalizar los recursos a otras necesidades apremiantes como la lucha contra la pobreza y la desigualdad, así como para apoyar el crecimiento ecológico y la transición a una economía más verde.

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Ecuador ya cuenta con una serie de políticas públicas y acciones que muestran el camino: su compromiso en el marco del Acuerdo de París; la descarbonización de la economía; las inversiones en energías renovables; un marco de política REDD+ y un importante programa, Socio Bosque, iniciativa que permite mantener la cobertura forestal y remunerar a los guardianes del bosque –en gran medida poblaciones indígenas y comunidades locales–; así como un plan de adaptación que requiere una firme implementación en territorio. Avances que son reconocidos internacionalmente y serán presentados en la COP28, mostrando cómo Ecuador lidera con el ejemplo.

Esperamos que el país continúe y refuerce estas políticas, con amplia participación de los diversos actores de la sociedad: gobierno central y local, sector privado, academia, sociedad civil, comunidades locales y pueblos indígenas.

Desde el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en Ecuador (PNUD) nos comprometemos a impulsar la senda hacia un desarrollo más sostenible que combine las acciones climáticas y ambientales con la transformación económica y el fortalecimiento de los medios de vida de las poblaciones. (O)