Durante las últimas semanas ha salido a la luz pública el sumergido proyecto del llamado quinto puente, convertido en una necesidad para el desarrollo nacional detenido por dubitaciones gubernamentales con el peligro, como ha ocurrido con otras trascendentales obras, de que se demore por décadas o termine olvidándose. Como antes, se hizo necesario que líderes guayaquileños presididos por la alcaldesa y secundada por otros cantones guayasenses, mancomunadamente con la Prefectura, unan esfuerzos y adopten una valerosa posición que cruza los umbrales del combate cívico en la búsqueda de la planteada competencia.

Sobre la urgencia de su realización, hay acuerdo total que el tiempo y recientes hechos mundiales se han encargado de ratificar, las interminables guerras en lejanas latitudes frenan la salida de excedentes agrícolas exportables que hacen falta en países latinoamericanos y en el nuestro que debe suplir el déficit de oleaginosas y cereales para cubrir la demanda alimentaria e industrial, obligando a realizar importaciones que tienen como fase final la descarga portuaria y de allí su distribución rauda a otras provincias del territorio ecuatoriano.

Por el lado de las exportaciones, especialmente las no petroleras, hace falta que los bienes producidos en los campos, cultivos de especies en cautiverio y minas lleguen con prontitud y seguridad a los terminales privados y públicos de Guayaquil, donde las esperan modernas instalaciones, aptas para carguíos rápidos a navíos con rutas a distintos destinos del planeta. Para esta última fase de transporte debe superar el escollo engorroso del cruce por la pujante ciudad, lento, peligroso por la delincuencia ensimismada, que trae consigo aumento de costos, contaminación ambiental, retardos onerosos y, finalmente, significativa reducción de competitividad comercial.

Es lamentable la dilación en la decisión de entregar esa encomiable tarea, solicitada con la debida argumentación técnica, jurídica y financiera por la alcaldesa de Guayaquil, en conjunción con otros burgomaestres de la fértil cuenca del río Guayas en franca comunión con la Prefectura provincial, calificada con certeza como la alacena alimentaria del sur del continente y buena parte del mundo. Esta petición, muestra de unidad por un superior objetivo, ya tuvo su ejemplo con la decisión del exalcalde Jaime Nebot y la actual alcaldesa Cynthia Viteri, que lograron sin costo para el Estado la profundización del canal de acceso hacia los puertos, beneficios que se empezaron a notar inmediatamente.

La producción agraria sustentable de la extensa zona plana de la cuenca hidrográfica del Guayas no tiene límites, sus 34.500 kilómetros cuadrados con oferta hídrica, equivalentes al 33 % de la región Costa, son más que suficiente para que a mediano plazo se concrete el desarrollo pleno del Ecuador, y con él un saludable cambio hacia una vida mejor para todos. Por esa patriótica finalidad, se torna urgente la realización inmediata del quinto puente, una vez que se abatan obstáculos burocráticos y hasta regionalistas que interponen cortapisas de toda índole retardando injustamente su anhelada cristalización. (O)