Luego de medio siglo de frustración, el gas del golfo de Guayaquil sigue siendo un mito de riqueza. Pero la esperanza no deja de latir ante la penuria que carga la pobreza. El reciente contrato de Petroecuador (PEC) con la corporación china CNPC para trabajos de recuperación mejorada en el campo Amistad es como un haz de luz en el espejo del agua. Puede ser el comienzo de una transformación inimaginada para la ciudad y su zona de influencia.
Para octubre se prevé que inicie operaciones una plataforma autoelevable que acondicionará 4 pozos con el objetivo de duplicar la producción de gas natural, de 20 a 40 millones de pies cúbicos por día, para repotenciar la central termoeléctrica de Machala, incrementando su capacidad de generación de 145 a 230 MW, un recurso apremiante ante la precariedad del Sistema Nacional de Electricidad.
Sondeos de exploración previos permiten alentar que sea así, estimando PEC que podrían alcanzarse hasta 70 millones de pies cúbicos en un año, esto es, volver a la producción tope del campo en 2013. Según el resultado del trabajo de acondicionamiento, se desarrollarían tres o cuatro pozos exploratorios nuevos para reevaluar el volumen de reservas del campo.
Desde el punto de vista estratégico, es asimismo una actividad para despertar el interés de los corporativos globales en el potencial gasífero y también petrolero de la costa ecuatoriana. Según el nuevo kickoff o puntillazo que se hiciera del plan de desarrollo hidrocarburífero, hacia el último trimestre del año debería alistarse la licitación y la presentación de ofertas de 11 bloques off-shore –o costa afuera– que se supone podrían atraer 12.000 millones de dólares de inversión. Ojalá esta vez se pueda cumplir con un cronograma que viene reprogramado, sin ejecutarse, desde hace una década.
Y el tiempo apremia, más aún en circunstancias en que Perú se apresta a iniciar una fase intensiva de exploración off-shore tanto en Tumbes, en la zona fronteriza con Ecuador, como en Lambayeque, más al sur. Pegado al bloque 6, donde se encuentra el campo Amistad, Cóndor Energy, un consorcio australiano, se apresta a prospectar los campos Bonito, Caballa, Raya, Salmón y Tiburón, de prometedor potencial. Algo distante operará la Chevron, empresa norteamericana que salió espantada durante los años delirantes del correísmo y que debido a un arbitraje internacional mantiene una acreencia con el país de dos mil millones de dólares.
Más allá que los tiempos coinciden, cabe destacar la inocultable disparidad. Mientras Perú es un país con larga tradición gasífera, Ecuador sigue en fojas uno. Basta destacar que el campo Camisea, en las selvas adyacentes al Cusco, produce entre 1.600 millones y 1.800 millones de pies cúbicos diarios, esto es, 80 o 90 veces lo de Amistad, de modo que este combustible abastece de forma extensiva al consumo doméstico peruano. Una realidad que obliga a repensar la necesidad de desarrollar una gran infraestructura para uso de gas natural, de producción nacional o importado, a fin de alentar una mayor competencia de derivados.
Hay que imaginar el futuro de forma ambiciosa si no queremos seguir viviendo del mito. (O)