No es misión ni función directa de las FF. AA., pero como una de las pocas instituciones respetables, responsables y profesionales que sobrevive con credibilidad en el país, debiera contribuir con su accionar para garantizar los resultados de las próximas elecciones presidenciales y legislativas.
Por los hechos ocurridos durante los comicios de los años recientes no existe plena confianza en el organismo electoral, que ya viviera sospechosos apagones o como su vicepresidente denunciara públicamente que en el último proceso de los comicios seccionales en Guayaquil hubo un centro de cómputo paralelo y luego no pasó nada. Es verdad que las FF. AA. colaboran eficazmente en los procesos electorales. Desde la impresión de papeletas en el Instituto Geográfico Militar hasta el traslado del material a nivel nacional a los sitios más alejados. Luego de los comicios son las encargadas del resguardo y traslado de las urnas, con los votos y las actas, pero no se puede saber qué pasó en el interior de cerca de 40.000 juntas receptoras; si va todo completo o supuestamente alterado. Es decir, pudo haber pasado cualquier cosa en el evento electoral y de eso no se puede garantizar. Las FF. AA. tienen personal profesional, técnico, sistemas y logística para contribuir cívicamente en este sentido y con ello garantizar el pronunciamiento popular que se exprese en las urnas y se respeten los resultados, cualquiera que estos sean.
Si están acompañando y protegiendo durante las elecciones, por qué no se puede encargarles, precisamente por la inseguridad y desconfianza que han generado los hechos como los apagones, que por lo menos registren y tomen fotografías de cada acta, como un respaldo eficaz, para que se pueda contrastar si existieran presuntas alteraciones. Una copia adicional del acta ya hubo, entonces la denominada cuarta acta, hace aproximadamente 22 años, bajo el control del Tribunal Supremo Electoral y sirvió como respaldo ante cualquier eventualidad.
Hay que estar conscientes de que el país está asediado por la delincuencia, el crimen organizado, la narco política, que pretenden tomarse el poder en medio de la debilidad institucional y así han logrado penetrar en organismos importantes de control.
No se puede confiar en instituciones como el órgano administrativo y disciplinario de la justicia o el mal llamado Consejo de Participación Ciudadana. Lo grave, cuando se toman el poder y se imponen las dictaduras disfrazadas de democracia.
Las experiencias en la región han sido nefastas. El caso de Venezuela, que no es ninguna narrativa como dicen sino la realidad de todas las violaciones de derechos y libertades, en donde desde 1999 se impone el pensamiento único con la revolución bolivariana, que supuestamente no ha perdido en elecciones que han sido absolutamente controladas y amañadas desde el poder y que no generan ninguna garantía e independencia. El control absoluto de las instituciones. Igual sucede en Nicaragua en donde también solo gana el dictador, en nombre del socialismo, y se proscribe, se persigue y se apresa a los opositores. ¿Se quiere ir a esos modelos, que tienen oprimidos y empobrecidos a sus pueblos? (O)