Fracaso rotundo del Ministerio de Salud. El presidente reveló que el ministro saliente no tenía un plan de vacunación. El actual increpa a coordinadores zonales, quienes no le pueden ni siquiera informar cuántas vacunas hay disponibles. Se anuncia que se han gestionado 20 millones de dosis, pero llegan con cuentagotas y la vacunación es aún más lenta. El sistema público de salud está enfermo, en cuidados intensivos.

Las autoridades dan cifras de infectados y fallecidos por COVID muy inferiores a la realidad. La estadística oficial es que desde que se inició la pandemia ha habido 328.755 casos confirmados, la abrumadora mayoría en Pichincha, y 16.847 fallecidos. Pero se hacen muy pocas pruebas, y por ende se subestima escandalosamente la magnitud de la pandemia.

La cifra que cuenta es el aumento en el número de muertos frente al mismo mes del año anterior. La mayor cantidad son por COVID no probadas, o indirectas por el colapso del sistema de salud. Desde mediados de marzo de 2020 hay un exceso de muertes de 50.000 personas a nivel nacional, de esas 17.816 en Guayas, ocho veces la cifra oficial (2.134). En Pichincha 6.851, 2,8 veces la oficial (2.475).

Llevamos un año de pandemia y estamos al borde de entrar en otra encerrona. La pandemia repuntó en marzo. La manera de controlarla es que entre vacunados y los que se contagiaron de COVID se alcance un porcentaje alto de la población con inmunidad, sobre el 70%. Pero los que se contagiaron en aquel terrible abril 2020 que vivimos en Guayaquil ya perdieron la inmunidad, y la vacunación masiva no despega. Los expertos informan que se adquiere inmunidad después de la segunda dosis. Al cierre de marzo, solo el 0,3% de la población ha recibido dos dosis. Por lo que no estamos aumentando la población inmune, ya que los vacunados son menos que los infectados que pierden la inmunidad.

A este paso de aquí a un año no habremos terminado de vacunar, y los vacunados a inicios de la campaña necesitarán vacunarse nuevamente. Habrá nuevas cepas, y las vacunas iniciales ya no serían efectivas. No vamos a alcanzar la inmunidad de rebaño, continuaremos en crisis.

Para salir de círculo vicioso se necesita una rápida inmunización complementada con el distanciamiento social. Hay que evitar adoptar medidas de poca efectividad en reducir el contagio, pero que aceleran el agotamiento al ajuste, como restringir la circulación de vehículos privados y recortar la jornada laboral.

Esta crisis deja en evidencia el pésimo funcionamiento del sector estatal de la salud. La solución no es aumentar insosteniblemente el presupuesto, sino gastar bien los fondos asignados. Desde 2008, en que se expandió enormemente el gasto público, el presupuesto del MSP se ha triplicado a 3.000 millones de dólares, aunque la población creció sólo 19%. El gasto por habitante creció 2,6 veces, pero el usuario del sistema de salud no recibe un mejor servicio.

La crisis muestra que el nuevo gobierno deberá emprender la reingeniería integral del sistema público de salud para reducir el desperdicio y la corrupción, teniendo como norte que todo dólar gastado sea de beneficio para el ciudadano. Que no se repita este vergonzoso episodio de una burocracia que gasta $ 3.000 millones y no puede montar una campaña de vacunación. (O)