La relación contemporánea entre América Latina y el Caribe se reconstruye a lo largo de los años 70 del siglo XX como consecuencia de la distensión entre los EE. UU. y Beijing. Se trató de una dinámica política destinada a debilitar a la Unión Soviética. Richard Nixon, el presidente estadounidense, negocia con el caudillo chino Mao Zedong la restauración de sus relaciones, y luego de aquello, en cascada, la mayor parte de los gobiernos latinoamericanos establecieron relaciones con Beijing y rompieron con Taiwán, que representaba a la nación en la ONU.