Los cambios políticos y elecciones recientes en Latinoamérica, especialmente las de Colombia, muestran un avance importante del autoritarismo en Latinoamérica. Aunque la región ha sido afectada por gobiernos autoritarios desde su independencia, esta tendencia parecía haber sido superada a finales del siglo XX. Desafortunadamente, gracias a los altos precios del petróleo y al saqueo de las arcas públicas venezolanas, Chávez financió el resurgimiento de nuevos caudillos autoritarios como Correa en Ecuador, Evo en Bolivia, Ortega en Nicaragua y los Kirchner en Argentina.

... no revive el anterior conflicto entre capitalismo y comunismo sino entre gobiernos democráticos y autoritarios.

La utopía vendida por la plaga de los gobiernos del siglo XXI funcionó mientras estos gobiernos crearon una falsa imagen de prosperidad gracias al despilfarro de la riqueza petrolera y al excesivo endeudamiento externo en condiciones poco favorables con China. Sin embargo, la caída de los precios del petróleo y el desgaste de estos gobiernos, agravados por los efectos devastadores de la pandemia, llevaron a la pérdida de credibilidad de este modelo.

La otra amenaza para la democracia en la región proviene del modelo tecnocrático chino al vender y financiar la alternativa de un rápido desarrollo económico gracias al cambio tecnológico. Sin embargo, este modelo es poco viable en Latinoamérica, aun con gobiernos autoritarios, ya que el desarrollo chino requiere tanto una férrea disciplina social y fiscal como una rápida transformación tecnológica. El alto nivel de corrupción de los líderes del siglo XXI muestra que lo último que les interesa es implementar una alta disciplina social orientada al desarrollo. Su principal interés ha sido buscar mecanismos para perpetuar en el poder regímenes corruptos sin ningún control.

El creciente autoritarismo en la región también se puede explicar por la nueva Guerra Fría en la que Moscú y Pekín intentan disputar el poderío mundial de EE. UU. Mientras que la aproximación de Putin es principalmente política, China ha firmado acuerdos de intención de incluir a varios países latinoamericanos como Chile, Ecuador y Bolivia en la “Nueva Ruta de la Seda”. Esta iniciativa impulsada por el líder chino Xi Jinping desde 2013 busca extender el poderío chino al apoyar el desarrollo industrial y comercial de sus aliados, especialmente del Tercer Mundo.

Dada la transición de Rusia y China de países comunistas a países autoritarios capitalistas, la Guerra Fría V. 2.0 no revive el anterior conflicto entre capitalismo y comunismo sino entre gobiernos democráticos y autoritarios. Este conflicto se ha evidenciado en la guerra de Ucrania y la lucha por el control geopolítico entre la OTAN y la alianza Pekín-Moscú. La pregunta para Latinoamérica es si está dispuesta a pagar el alto precio de convertirse en una ficha más dentro de la estrategia chino-rusa de control mundial por el acceso a créditos costosos o es capaz de reencontrar su camino de desarrollo con una democracia participativa. La responsabilidad de este cambio cae en la sociedad civil y en la unidad de grupos políticos democráticos que rompan con una visión de corto plazo y apoyen a gobiernos democráticos que implementen una visión de alto desarrollo tecnológico e inclusión social de largo plazo. (O)