Estos meses han sido particularmente duros para nuestro continente. Tal vez no lo sintamos así en el momento, pero cuando esas voces sabias desaparecen y vemos que los verdaderos referentes se marchan al oriente eterno, y nos damos cuenta de que no existe actualmente un perfil decoroso que pueda llenar ese vacío, es entonces cuando comprendemos lo mucho que los vamos a extrañar. Es en ese instante cuando entendemos la importancia de la huella dejada por aquellos sabios que se han ido.

Primero fue Jorge Bergoglio (papa Francisco), de quien me quedó la intención de escribirle una carta, aun siendo ateo, y ahora nos toca despedirnos de José Mujica. Ese viejo sabio que, durante su encarcelamiento, conversaba con las hormigas, se despide del mundo como un verdadero referente de lo que significa ser un ser humano íntegro: la oveja negra, el políticamente incorrecto, el sencillo, el que nos sorprendía al vivir sin lujos ni los reconocimientos innecesarios que todos buscamos. Conducía su viejo vocho mientras nosotros seguíamos envidiando a quienes tienen Mercedes Benz. Mujica se ha ido, dejando un mundo que, aunque apenas mejor, sigue siendo un poco mejor gracias a su paso por él.

Murió el expresidente uruguayo José ‘Pepe’ Mujica, referente de la izquierda en América Latina

Andaba por el mundo sin poses, ligero de equipaje, y fue la encarnación de lo que debería ser un político, dejando atrás a los políticos promedio, insulsos, sosos y vividores, esos que acostumbran a parasitar en los Estados víctimas del populismo del siglo XXI, sobre todo en su versión populista. Esos que inventan fraudes, pactan con el narcotráfico, violan a niñas, se llenan los bolsillos con dinero mal habido, se niegan a aceptar que perdieron el rumbo, eternizándose en el poder. A pesar de las burdas adulaciones de estos personajes, Mujica siempre los miró con desconfianza.

Él solía decir: “Triunfar en la vida no es ganar. Triunfar en la vida es levantarse y volver a empezar cada vez que uno cae”. Debemos comprender que un resbalón no es una caída, tanto en nuestra vida personal como en nuestra vida política, siempre y cuando entendamos nuestra equivocación.

Miles de uruguayos rinden homenaje a José ‘Pepe’ Mujica en su funeral

También advertía que “el Estado es como una caja de herramientas: no tiene conciencia. Los que fallamos somos los humanos que manejamos el Estado”. Nos alertaba de que no es el Estado como institución el que falla, sino aquellos que lo administran. Y a la larga, la culpa de que estos individuos sigan en sus puestos es nuestra, por nuestras torpes elecciones y nuestro conformismo con una clase política paupérrima, que utiliza a Dios como bandera, al pobre como víctima y a sus intereses personales como prioridad.

Hoy nos deja un vacío inmenso un personaje único, que la izquierda indecorosa intentó apropiarse de manera errónea. Sí, su pensamiento respondía a la izquierda, pero a una izquierda coherente con sus acciones. A él sí le importaba la sociedad; no era un izquierdista de Rolex y Gucci. Sufría con el dolor del pobre, criticaba el consumismo y, sobre todo, predicaba la esperanza de un mundo mejor.

Así despide Uruguay al popular expresidente José ‘Pepe’ Mujica

Gracias, Pepe. Ahora descansas junto a tu fiel Manuela, bajo un secoya que tu amor sembró, en tu vieja chacra. (O)