Lo que acaba de ocurrir con las elecciones en Bolivia con el fracaso electoral del socialismo del siglo 21 debería ser motivo de análisis y reflexión, especialmente por las coincidencias de nuestro proceso político con lo que está ocurriendo en el país del altiplano. Siendo más preciso, hasta hace poco años se destacaban las excelsas virtudes de Evo Morales, el presidente indígena que había hecho posible gracias a su ingenio y talento –y al de su entonces ministro de Economía, actual presidente del país Luis Arce– el milagro económico boliviano, época de esplendor y grandeza con un crecimiento notable, envidia de la mayoría de los países de la región.

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Y bueno, entonces ¿qué ocurrió? Pues que la opulencia duró poco al haber permitido que el gran éxito dependiese virtualmente en su totalidad del apogeo de la industria de los hidrocarburos , una dependencia que históricamente ha mostrado sus grietas y distorsiones al menos en países en los cuales la demagogia pesa más que la prudencia y el ahorro fiscal. Los resultados son dramáticos: las rentas del Estado se desplomaron, el aumento de precios sin control, y lo que es una daga directa a la popularidad de un gobernante, la imposibilidad de conseguir dólares incluso los que están depositados en cuentas bancarias. Luis Arce, el otrora artífice del éxito económico ahora convertido en uno de los mandatarios con mayor rechazo en el continente, no tuvo el talento para ordenar las finanzas en épocas de vacas flacas, lo que también pone en evidencia la incapacidad de los gobernantes bolivarianos cuando los ingresos fiscales no llegan de forma abundante y generosa.

Estando Bolivia al borde del abismo económico, era previsible que la crisis se convierta en la gran referente de las elecciones presidenciales en la primera vuelta, en la cual triunfaron Rodrigo Paz y Jorge Tuto Quiroga, los dos candidatos no provenientes del sector de la izquierda que había gobernado el país por casi 20 años. ¿Y Evo Morales? Bien, gracias, envuelto en líos judiciales y en su propia paranoia. Hay que recordar que Morales empezó a alejarse de Arce hace años una vez que el actual mandatario le quitó a Evo la dirección legal de su partido, lo que marcó la ruptura definitiva; entre acusaciones que iban y venían, Morales pregonó que habría una convulsión social en Bolivia si inhabilitaban su postulación, lo que se dio finalmente con una decisión del Tribunal Constitucional. Desde Cochabamba, lugar donde permanece atrincherado y rodeado de seguidores armados con el fin de evitar ser detenido ante el proceso que lo vincula con la violación de una joven de 15 años, Evo hizo campaña por el voto nulo, siendo su ocaso político muy evidente.

Orden y responsabilidad en tiempos de guerra

Líderes muy populares que estuvieron acompañados en su momento con una alentadora bonanza económica por motivos exógenos, pero que no fueron capaces de gestionar una real transformación fiscal sin la dependencia de los recursos naturales. La derrota de la izquierda populista en Bolivia marca el fin de una era que se decía con aspaviento, había llegado para quedarse para siempre. ¿Podrá algún día Evo retomar su popularidad y volver al poder? Quién sabe, pero primero tendrá que solucionar su dilema, a fin de cuentas. (O)