El 24 de octubre conmemoramos los 80 años desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y la creación de la Organización de las Naciones Unidas, ONU, surgida de las cenizas de esas atrocidades, en 1945.
La humanidad, sin embargo, parece no tener memoria y una incapacidad de transmitir a las nuevas generaciones la magnitud de las decisiones tomadas entonces. En tiempos de gobiernos de TikTok son contados quienes pueden explicar a cabalidad las razones por las cuales se creó una organización cuya intención es preservar la paz y lograr el bienestar y el respeto a los derechos de cada uno de los seres humanos de este planeta, independientemente de su raza, religión, nacionalidad, sexo e inclinación ideológica.
Es triste tener que recordarles a muchos críticos, desmemoriados y desconocedores de la historia, que durante la Segunda Guerra Mundial murieron 75 millones de personas, la mayoría civiles. La destrucción tomó décadas en repararse o reconstruirse.
Sobre las tumbas de millones, la humanidad juró “nunca más” caer en un acto tan atroz de inhumanidad. Por ello, los líderes mundiales decidieron crear un foro global donde ellos dirimieran sus diferendos y, mediante mecanismos de prevención y solución de controversias, como el diálogo, la mediación y el arbitraje, se pudieran evitar las guerras, los conflictos y los desencuentros. “¿Para qué han servido las Naciones Unidas?” es la pregunta recurrente de sus críticos. Muy probablemente, sin su existencia durante estas décadas, la humanidad hubiese caído en abismos similares al de la Segunda Guerra Mundial Poco hemos aprendido, el uso de la fuerza, la amenaza de su uso, el desprecio por el imperio del derecho y la violación de los acuerdos pactados siguen predominando.
Hoy, 80 años desde que se firmó la Carta de la ONU, la organización está bajo ataque desde cualquier grupo que considere que no responde a sus intereses. Las agresiones arrecian para terminar con las Naciones Unidas, desde los grupos que creen en una conspiración que gobierna el mundo, hasta la incapacidad de solución de todo tipo de problemas.
Para quienes somos testigos de los logros diarios de las Naciones Unidas, lamentamos estas actitudes hostiles, infundadas y llenas de odio, aupados por las redes sociales. Solo en 2024 murieron 383 trabajadores humanitarios de la organización y este año la cifra podría ser aún mayor.
El Ecuador ha tenido un papel protagónico y respetado en el Sistema de Naciones Unidas. Fue miembro fundador e ilustres connacionales han tenido roles importantes en las deliberaciones y en lograr una arquitectura legal que sustente el ordenamiento jurídico de la comunidad internacional. Hay que recordar que la única defensa de un país como Ecuador es la vigencia del derecho, sin la cual estaríamos a merced del imperio de la fuerza o subyugados a los intereses de los más poderosos.
Ojalá sepamos, como humanidad, superar la confrontación y construir una sociedad donde impere el respeto por la dignidad del ser humano. Ese fue –y sigue siendo– el espíritu del “nunca más”. (O)










