Las lesiones autoinfligidas en adolescentes se han triplicado en los últimos seis años. Ciertos expertos gustan atribuirlo al afán de inmediatez y a una menor tolerancia a la frustración. Pero la histórica mayor tasa en mujeres por sobre hombres pasó de duplicarlos a triplicarlos en los tres años de pandemia de COVID-19.

La pandemia por coronavirus agudizó los factores de riesgo asociados a conductas suicidas. Por ejemplo, en Chile, habiendo aumento de suicidios en ambos sexos, hay una crecientemente mayor incidencia relativa en mujeres. Otro factor, omitido, es el contagio por COVID-19 debido a las precarias medidas preventivas promovidas por el Ministerio de Salud, que no norman debidamente la ventilación y el filtrado de aire interior, y el uso de mascarillas N95/FFP2 en interiores (sitios cerrados) concurridos, abandonando a las escuelas a ser el principal foco de contagio y recontagio, arriesgando consecuentes secuelas crónicas de un COVID largo; peor ante reinfecciones, las cuales afectan en mayor medida a mujeres que a hombres (The Lancet, revista médica británica, abril de 2022), incluyendo afectaciones neuropsiquiátricas: disautonomía, desregulación emocional, depresión, ansiedad, niebla mental, merma en diversas funciones cognitivas (memoria, función ejecutiva, concentración), control de impulsos, agresividad, neurodegeneración, etc.; más los impactos educacionales y socioafectivos que conllevan. El SARS-CoV-2 dinamita las bases neurológicas de la salud mental y la salud orgánica en general. Las agrupaciones feministas y un Gobierno que se declara tal debieran ser los centinelas de la prevención efectiva de los contagios, haciéndose cargo del mecanismo de propagación real mediante concentración de aerosoles respiratorios. La asistencia psicológica llega tarde. Como población, para nuestra sobrevida saludable necesitamos mayor afán de inmediatez, tolerancia a la frustración y amor por actualizar conocimientos científicos en las autoridades de salud y expertos en salud mental. Su negligencia preventiva está extinguiendo la llama de vida de nuestra nueva generación desde su tierna infancia. (O)

Luis León Cárdenas Graide, ingeniero civil en Computación, Chile