Ganar una elección presidencial no es cosa de todos los días. El triunfo electoral se puede dar por muchos factores como porque el presidente anterior no se desempeñó con eficiencia, se tuvieron los recursos económicos disponibles para armar la tienda de campaña y recorrer el país, un candidato presentó una hoja de estudios en las mejores universidades del mundo, o porque la juventud le permitió abrirse paso en un país inseguro.
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Pero luego de alcanzar el triunfo electoral, asumir el rol como presidente de la República y concentrarse en resolver los problemas que aquejan a los ecuatorianos, hay un largo trecho por recorrer. Para ello, el presidente debe dar un mensaje de paz y no entrar en confrontaciones que desdicen de su imagen como el líder que se necesita en horas tan aciagas para el país, y no la de alguien que abusa del poder transitorio, otorgado por el pueblo.
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No puede ser que en menos de 48 horas de asumir el poder, el joven mandatario se deje llevar por quienes quieren verlo fracasar. Si llegó a un acuerdo parlamentario para impulsar leyes de beneficio social, no puede entrar en confrontaciones con su binomio de papeleta.
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Las mujeres no solo del Ecuador, sino del mundo, han demostrado ser un apoyo notable en las decisiones que deben prevalecer en la familia y en el trabajo. La paridad de género en la función pública se la han ganado con mérito propio y así lo resaltó el joven presidente en su discurso de posesión, por ello resulta inadmisible que cambie de parecer ante la postura de su binomio. La Constitución del Estado ecuatoriano delimita las funciones que les son inherentes a los altos directivos de la función pública, por ello cada funcionario es responsable de su área de trabajo para bien del país, y así lo expresaron al juramentarse de sus cargos en la Asamblea el pasado 23 de noviembre.
El país requiere tranquilidad y paz, para recuperar el empleo. No es con la confrontación interna dentro del Gobierno lo que se requiere para combatir los problemas que afectan a las mayorías. (O)
Francisco Medina Manrique, periodista, Guayaquil
