El caudillismo es un fenómeno sociopolítico recurrente en todos los tiempos y latitudes desde los orígenes humanos; siempre han sido necesarios los dirigentes o conductores de grupos y sociedades para afrontar hechos internos y amenazas externas; así han surgido los caudillos para luchar contra los enemigos o arrebatar a otros grupos lo que su gente necesita.
Nuestros países se han caracterizado por el caudillismo desde las guerras de independencia contra la metrópoli, surgiendo a nivel continental personajes como Bolívar o San Martín, y nacionales como Rocafuerte, García Moreno, Eloy Alfaro; y en tiempos contemporáneos, Velasco Ibarra, Guevara Moreno, Assad Bucaram, etc. Pero en los últimos diez años después de una etapa aciaga de desgobiernos corruptos o fallidos de 1996 al 2006, irrumpe un personaje que pretende reemplazar la clásica politiquería con expectativas que el país requería en temas de educación, salud, seguridad, obras públicas...; que estaban paralizados por la inestabilidad política imperante, para lo cual se confrontó con diversos intereses que tratan de mantener los esquemas habituales. En consecuencia, los analistas tratan de encontrar explicaciones a este fenómeno populista, lo cual es muy sencillo en un medio donde los políticos deshonestos y cínicos abundan y el discurso antipartidos tradicionales encuentra adherentes entre la frustración popular. (O)
Jorge Chambers Hidalgo, abogado, avenida Samborondón