Basta con la amenaza política de la toma de cárceles.

En la práctica fue derrotado electoralmente el triunvirato golpista: la derecha cristiana, el populismo fascista de la revolución con un pírrico 8 % y los rebeldes de cierto grupo indígena. Tras una campaña orquestada por unos que fungen de ‘periodistas’, por narcopolitiquería y por delincuencia organizada, el presidente se convirtió en el puchimbol de los que buscan notoriedad a sabiendas de que deben sostenerlo hasta terminar su mandato, pues carecen de líder para una lid inmediata.

La centroizquierda, los que se llaman de izquierda, hasta la izquierda revolucionaria, paradójicamente le reclaman a Lasso por no cumplir con el programa de gobierno de un banquero neoliberal. Es decir, reclaman porque no ha privatizado empresas públicas. Resulta que el presidente Lasso ha gobernado como socialdemócrata extremo: no ha privado ninguna empresa pública ni el IESS, no vendió Banco del Pacífico, lo rescató y está por encima del BG. Contra sus convicciones morales y religiosas ha respetado las proclamas de los progres, en cuanto al matrimonio del mismo sexo. No ha reducido la burocracia y, lo más importante, ha equilibrado las finanzas públicas para poder despegar. Ya olvidaron que el sucesor y el equipo económico que heredó de Correa tenía que recurrir a préstamos externo de mil millones cada dos meses, para pagar las cuentas pendientes que le dejaron. Queda claro que el estado de inseguridad que vive el Ecuador es provocado. Ante la caída del juicio político lo dicen esos: “Si el Gobierno no busca la ‘salida democrática’ no les sorprenda el caos y la violencia, el aumento del índice de asesinatos y robos, delincuencia y sicariato”. Esta amenaza es suficiente para que en la Asamblea y en el país se unan la centroizquierda, los patriotas y la fuerza pública en apoyo al Gobierno central y los gobiernos descentralizados, para terminar con esa politiquería y el crimen organizado.

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Señor presidente Lasso, no pida nada a la Asamblea Nacional, no diga ni una sola palabra, mande un mensaje contundente: que toma ya el control total y absoluto de las cárceles del país. Estoy seguro de que el pueblo, la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas lo apoyarán en el rescate del país. (O)

Jorge Benigno Falcones Alcívar, médico jubilado, Guayaquil