Sí, porque es en el aula, laboratorio, biblioteca, centro de prácticas, patio, comunidad donde el docente conoce a sus estudiantes y su evolución académica de manera objetiva, y donde el niño, niña, joven puede socializar bajo el espacio educativo.

Sin embargo, las preguntas deberían ser: ¿qué condiciones y garantías necesitamos para volver a las aulas? ¿Con qué propuesta educativa y pedagógica vamos a retornar? ¿Con qué capacitación docente? ¿Qué asistencia deben desarrollar los establecimientos educativos luego de un periodo de dislocación? ¿Cuál es la propuesta de reinserción educativa para quienes salieron del sistema educativo?

Necesitamos mirar al Sistema Nacional de Educación de manera global. Según datos oficiales de MinEduc, durante el año lectivo 2018-2019, el número de estudiantes fue de 4’581.835, de los cuales el 24% estaba matriculado en instituciones educativas del área rural; mientras el número de docentes dentro del Sistema Nacional de Educación fue de 217.748, de los cuales 169.559 docentes corresponden a la educación pública o fiscomisional. La distribución de los docentes por área geográfica demuestra que 7 de cada 10 trabajan en instituciones educativas del área urbana. Mientras el número de establecimientos educativos representó 16.301 instituciones entre todos los sostenimientos, de las cuales el 46% está ubicado en zonas rurales.

Por ahí se ha iniciado el retorno, mediante un grupo de instituciones ubicadas en el área rural; un segundo grupo más reducido son los establecimientos particulares que comienzan a enfrentar posibles casos de contagios en el interior del plantel. La realidad demanda al Gobierno asumir la educación como responsabilidad central del Estado, eso significa: articulación entre los distintos sistemas, destinar presupuesto con eficiencia y eficacia, vincular y fortalecer al sistema de salud y educación pública, promover un sistema educativo que responda a las necesidades sociales en sus diversos aspectos y que ubique a la tecnología al servicio de la pedagogía, ya que también se ha demostrado que la enseñanza telemática versus enseñanza presencial está siendo utilizada para ocultar los problemas estructurales de nuestro sistema educativo. No podemos seguir alabando desde el discurso la enseñanza telemática, eso en los hechos ha significado empobrecer aún más nuestro modelo educativo. Mientras no se pueda volver a las aulas por la pandemia, es urgente dotar a los estudiantes de los sectores populares con las herramientas tecnológicas necesarias e internet gratuito para cerrar la brecha digital.

Es menester señalar que cuando se esgrime desde la autoridad el supuesto derecho de madres o padres para decidir el retorno a las aulas, así sea bajo un plan piloto, se está falseando el debate. Ya que la única elección posible está entre regresar y no regresar. Dejando en segundo plano qué garantías se necesitan y quién es el responsable de darlas, o si es el momento oportuno. Por ahí debería partir una decisión científica y técnica, vinculados el anhelo y necesidad de volver a las aulas. (O)