Ayer la dolarización cumplió 20 años. La historia que no se ha contado es la singular combinación de factores casi accidentales que culminaron en esa decisión del 9 de enero del 2000: una voluntad popular manifiesta, un político desesperado, unas mujeres y hombres con convicción y determinación en torno a una idea.

Los protagonistas de esta historia son la mayoría de los ecuatorianos que habían llegado a desconfiar del sucre y se rebelaron en masa contra esta moneda. Cuando el Banco Central del Ecuador (BCE) veía que el sucre caía frente al dólar, intervenía en el mercado cambiario para intentar detener su caída, gastando la Reserva Monetaria. Cuando la gente veía que la reserva caía, se ponía nerviosa y retiraba sus dólares del sistema financiero (“colchón bank”) y el Banco Central pretendía detener esta fuga elevando la tasa de interés. Esto tampoco funcionaba. Entonces el BCE emprendió una orgía de emisión monetaria a fines de los noventa, culminando en 1999, cuando el BCE emitió 149 % más sucres que en 1998. Ese año el país sufrió una inflación de 52 %.

Para fines de los noventa, el BCE indica que las captaciones de depósitos en dólares pasaron de 20 % en 1996 a 54 % en 1999. Para diciembre de 1999, 77 % de la cartera de crédito por vencer del sistema financiero estaba dolarizada. La crisis cambiaria pronto se volvió una crisis financiera. Y esta solo se detuvo cuando el país fue dolarizado formalmente.

Pero la voluntad de los ecuatorianos comunes y corrientes no hubiera sido suficiente sin el trabajo intelectual, comunicacional y pedagógico de personas que no han sido lo suficientemente reconocidas.

Empecemos por dos mujeres: Dora de Ampuero y Joyce de Ginatta. Dora, fundadora del Instituto Ecuatoriano de Economía Política (IEEP), decidió asistir a la Universidad George Mason cuando tenía alrededor de 50 años. Allí tuvo como compañero al economista Kurt Schuler, quien publicó un estudio en 1996 acerca de por qué los países en vías de desarrollo no deberían tener bancos centrales. A Dora la idea le pareció interesante y luego lo invitó a presentar su investigación en Ecuador. Schuler después redactaría un trabajo para el IEEP titulado ‘Los fundamentos de la dolarización’ (1999). El IEEP también trajo al panameño Juan Luis Moreno-Villalaz a presentar el caso a favor de la dolarización con integración financiera, al estilo de su país. Moreno-Villalaz luego asesoraría al gobierno de Mahuad.

Por otro lado, Joyce de Ginatta había estado en Argentina, donde ya se hablaba de la dolarización y la convertibilidad. Joyce también supo del trabajo de Schuler y le pareció que esta era una idea que valía la pena impulsar. Franklin López Buenaño, entonces profesor de la Espol, trabajó junto con Joyce y Dora y publicó un didáctico libro titulado Por qué y cómo dolarizar.

Pocos comprenden que fue un fenómeno de abajo hacia arriba. También pocos entienden la casualidad que de una amistad entre dos compañeros universitarios, de una cooperación entre una empresaria con gran habilidad comunicacional y un profesor universitario, eventualmente haya preparado el terreno para que Mahuad ejecutara lo que ya habían manifestado que querían los ecuatorianos: librarse de una moneda que ya no les inspiraba confianza. (O)