Nos hemos acostumbrado a recibir como verdades inmutables cualquier afirmación antojadiza que sentimos que como pueblo representa lo que queremos. Es así que cualquier político gelatinoso no necesita más que desde su celular revisar el Twitter para informarse de pasada sobre algún tema de moda para brindarnos su perspectiva; unos lo hacen escribiendo peroratas, otros dando retweet con un emoticón que define lo que sienten, o realizan un video-selfie para demostrar la indignación y el desespero en los rostros. 

Pero, ¿alguno se toma tiempo para desenfocarse de lo que la que consideran masa quiere y se preocupa por lo que necesita? Probablemente no, quizás imaginan que pensar les generará molestias. Es inadmisible que como ciudadanos no exijamos que se suscriban  políticas claras que engloben los grandes problemas que nos aquejan desde que nos iniciamos como república; seguridad, entendida como saber que nuestro dinero y esfuerzo no perderán su valor en el tiempo. Certidumbre, reflejada en la convicción de que las reglas en materia legal van a mantenerse independientemente del color de la camiseta que ostentará el próximo mandatario. Y protección, demostrada en saber que si respetamos nuestros deberes de ciudadanos, el Estado nos protegerá de cualquiera que, violando la norma, pretenda afectarnos de manera que no nos podamos recuperar. Este ideal de sociedad se va alejando cada vez que una protesta violenta logra recular el aparato gubernamental, o con cada persona que respira aliviada sabiendo que quien se sintió violentado porque le va a costar el doble llenar el tanque de su tractorcito, se siente con derecho a destruir una ciudad que sea patrimonio cultural y se arrogue el derecho de crear una guardia pretoriana privada porque un señor cacique habla en nombre del país. También el ideal de sociedad se aleja cuando los que no están de acuerdo con desmanes, se quedan en sus casas aliviados porque cada día de una protesta es para ellos vacaciones. Es deber de los políticos idear políticas que trasciendan cualquier ideología, brindar oportunidades para que todos podamos progresar.(O)

Francisco Ramírez Parrales,

ingeniero, Samborondón