Cristiano Ronaldo no será simpático, pero no se puede negar que es un futbolista superdotado, una máquina deportiva y un atleta completo. Disciplinado, ambicioso, inteligente, se eleva de orígenes marginales hasta la abundancia y la fama. De su mano, la selección portuguesa de fútbol se cuela entre las potencias mundiales, llegando a ser campeona de Europa en 2016. Este momento estelar del balompié lusitano coincide con lo que se ha dado en llamar “el milagro portugués”, un auge económico que se quiere equiparar al “milagro” alemán y japonés de posguerra, y a recuperaciones de otros países también llamados, pocas veces con acierto, “milagros”. Prácticamente todos estos procesos económicos de recuperación han surgido de la aplicación de fórmulas liberales, abriendo el mercado y reduciendo la intervención estatal en la sociedad.

Particularidad de este “milagro portugués” es que ha sido conducido por un gobierno socialista con apoyo comunista, dando pie a que izquierdistas de todo el mundo orquesten una estruendosa fanfarria para demostrar que se puede impulsar el crecimiento y el bienestar desde la izquierda. Por ejemplo, el candidato puntero para las próximas elecciones argentinas, el kirchnerista Alberto Fernández, volvió de una gira europea entusiasmado con el tal milagro. Pésima referencia, porque el mentado aspirante a la Casa Rosada, después de su triunfo en las primarias, no para de hablar tonterías, y tonterías graves. Y ya verán cómo en los próximos meses en el escenario ecuatoriano surgirán iluminados que hablarán de implantar el modelo portugués.

En Portugal se redujo el déficit a niveles manejables, bajó el desempleo y la economía crece a tasas moderadas. Lograda cierta estabilidad se han decretado medidas como bajar la jornada laboral y subir el salario mínimo. Pero las duras políticas de austeridad fueron diseñadas y encaradas por el anterior gobierno conservador, el primer ministro socialista Antonio Costa las ha mantenido y ciertamente no son “de izquierda”. Tan no lo son que este verano estuvo marcado por huelgas y manifestaciones de trabajadores. Por otra parte, el auxilio del Banco Central Europeo ha hecho innecesaria la hipoteca al FMI, pero ha cumplido un papel similar al que desempeña el Fondo, facilitó recursos imponiendo condiciones. El auge del turismo ha sido milagroso, pero debido a que quienes solían veranear en el norte de África han preferido masivamente ir a Portugal, huyendo de los peligros del terrorismo islámico. El empleo tiene un alto componente de contratos precarios y de baja remuneración. El auge de las exportaciones es remolcado por el crecimiento de sus socios comerciales, lo que las hace vulnerables. En la crisis de 2011 los países del sur de Europa e Irlanda fueron golpeados duramente gracias a los desatinos económicos de sus gobiernos. Se les agrupó con la insultante sigla PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España). En su intento de salir de la postración, Portugal lo ha hecho mejor que los otros, pero el mejor desempeño corresponde a Irlanda. Lo que se ha logrado, con las justas, equivaldría a recuperar el estado anterior a la crisis. No, Portugal no es el Cristiano Ronaldo de la economía. (O)