El reciente endeudamiento por un mil millones de dólares, al costo de 10,75% anual, lo mejor que se pudo obtener en declaración del Gobierno, para poder atender una parte de exigibilidades de pago, nos hace ver la realidad de que seguimos pateando los problemas.

¿Hasta cuándo patear los problemas? ¿Habrá que llegar a una situación aguda y desesperada? Declaraciones –y seguramente intenciones– sobran. Realizaciones, que no sean sólo parches, son pocas.

¿Será posible pensar en acuerdos nacionales?

 

Un acuerdo nacional tácito: la dolarización

A la dolarización –el uso del dólar como moneda propia– desde enero del año 2000, se llegó por necesidad, diría por desesperación post quiebra bancaria, con una devaluación del sucre que parecía imparable.

Antes –en los años noventa del siglo XX– se había planteado la convertibilidad aplicada en Argentina, con moneda propia, el peso convertible, pero sólo posible de emitir con la tenencia equivalente en dólares para que un peso siempre sea equivalente a un dólar.

En los hechos, en el Ecuador, hay un acuerdo nacional tácito en mantener la dolarización, pero para mantenerlo dependemos de que haya dólares disponibles. Sin dólares caería la dolarización.

El discurso por la “soberanía monetaria” –tener moneda propia– quedó silenciado el año 2000. Correa en varias ocasiones mencionó la posibilidad de retomarlo, pero percibió un rechazo generalizado, no pudo lograrlo, pero sí afectó severamente a las disponibilidades de dólares del Banco Central del Ecuador, saqueándolo desde el Gobierno. Se desarmó el engranaje que se estableció en la primera década del siglo XXI, para que no haya derroche fiscal y para que la liquidez del Banco Central se maneje responsablemente.

¿Por qué se cayó la convertibilidad en Argentina? Porque para acumular las divisas que permitan el “uno a uno” del dólar y el peso convertible, el endeudamiento externo fue irracional –en una década se multiplicó por tres veces– y se concesionaron y vendieron empresas del Estado, para hacer liquidez. También se elevaron los impuestos. Pero, el gasto público y la corrupción se multiplicaron. La convertibilidad duró desde abril de 1991 hasta enero del 2002, con la secuela de profunda crisis, caída de la inversión y aguda desocupación.

 

¿Usted no quiere que caiga la dolarización?

Súmese entonces a la demanda para que la dolarización sea un acuerdo nacional, sustentado en la transparencia –espacio en que no se ha avanzado lo suficiente–, con un plan que rebase patear los problemas, para llegar a una real visión de futuro.

Hasta ahora, cuando el ahogo por la iliquidez es casi insoportable, se hacen o se anuncian cosas similares a las que llevaron a la quiebra de la convertibilidad en Argentina, más deuda, concesionar o vender empresas públicas, elevar cargas tributarias, entre otras, que aisladas son sólo formas de patear los problemas.

Con un plan coherente pueden tomarse algunas de esas medidas, pero con racionalidad.

En cuanto a los acuerdos públicos/privados y las concesiones, yo no los satanizo, pero se requiere no sólo un precio inicial, dinero “a la vena” para el Gobierno, sino transparencia y convocatoria abierta para interesados, no “dedazo” para la adjudicación, con un plan de inversiones que no signifique que al final de la concesión los activos estén arruinados.

Los ecuatorianos queremos acciones concretas contra la corrupción y para la recuperación de los perjuicios producidos –de lo que se llevaron y de lo que dispendiaron–, acciones que pasan por la transparencia. Moreno debe tener claro que de lo que no se transparente, tiene el riesgo de quedar como encubridor. Un discurso acusador no es suficiente.

 

Felicitación a Moreno

La merece por algunas decisiones y acciones, sobre todo por el retorno a las libertades y al respeto desde el poder a los ciudadanos.

Pero, hoy señalo con énfasis la decisión de regresar a la educación rural en el Ecuador. El plan del ministro Luna es muy interesante.

Correa la asfixió y acabó con las llamadas unidades del milenio, parte como novelería –rayando en la estupidez– de algunos de su entorno, parte negocios sobre todo con empresas chinas contratadas para construirlas y equiparlas.

 

La seguridad social

Paúl Granda, actual presidente del Consejo Directivo del IESS, está trabajando con la Fundación Esquel y otras organizaciones, en una mesa de convergencia, sobre la posibilidad de una propuesta de Acuerdo Nacional sobre las áreas de la seguridad social.

Las auditorías de la Contraloría –con la participación de una comisión veedora– han evidenciado los perjuicios para el IESS que significó la administración del correato, que lo depredó, no proveyendo los recursos que debían transferírsele y multiplicándole responsabilidades.

Claro que de las investigaciones hay que pasar a las sanciones.

El hecho de que la elevada recaudación de aportes conlleva flujos permanentes de ingresos ha motivado el abuso de apoderarse de su liquidez, desfinanciando a las prestaciones que son su razón de ser.

El Gobierno ha anunciado que ha solicitado del PNUD una auditoría a fondo de la seguridad social.

Deben revisarse los estudios actuariales para evaluar la sostenibilidad de las prestaciones de la seguridad social.

La percepción es que de no haber correctivos, habría riesgo –y no lejano– de colapso.

Un referente es el denominado Pacto de Toledo, por el cual las diversas fuerzas políticas integrantes del Congreso de los Diputados de España, en sesión del 6 de abril de 1995, se comprometieron para enfrentar los problemas estructurales del sistema de seguridad social, con la definición de las reformas que debían acometerse.

(O)