Oportuno encontrar la analogía con esta expresión, porque el nombramiento del nuevo ministro de Agricultura es un acontecimiento sumamente importante para todo el sector agropecuario, pero especialmente para esa enorme población campesina que desgarra un grito contenido por recuperar la esperanza de una solución a sus problemas económicos, sociales y laborales, que se enredan como un denominador común de injusticia, discrimen e inequidad.

Para el sector agroproductivo, el Ministerio de Agricultura se constituye en la piedra angular sobre la que se sostiene toda una estructura de fuerzas que promueven un objetivo común, y donde cada una de las partes cumple un papel determinado en la búsqueda de una misma meta: la rehabilitación del sector agropecuario y el resarcimiento del campesino.

El ministro de Agricultura deberá entonces emprender acciones sesudamente planificadas y técnicamente elaboradas, para impulsar la reactivación económica y funcional del sector agropecuario, pero al mismo tiempo tendrá que accionar los mecanismos adecuados para devolver al campesinado su derecho a ser parte de esa reactivación, y la justa valoración de su trabajo.

Pero en su preocupación por los más desprotegidos no debe descuidar el segmento agroexportador que también necesita apoyo, sobre todo en una logística de gobierno que promueva la eficiencia tanto en la actividad productiva como en la comercialización, donde la variabilidad de los precios es un verdadero atolladero que entorpece y resquebraja su economía y por tanto su sostenibilidad.

Hay tantas cosas por hacer bajo la responsabilidad de este ministerio, que es imprescindible la formación de un equipo de trabajo colegiado y competente, con mucha experiencia y experticia porque ya no hay espacio para errores, sin embargo, la mala situación del sector es irónicamente un beneficio circunstancial, porque cada buena acción por pequeña que sea se reflejará como un gran paso adelante, y eso le brindará a nuestro flamante ministro el tiempo necesario para ir ajustando su tarea con el apoyo del sector agropecuario, para entonces agradecido.

Política sustentable sobre comercialización agrícola, reestructuración de las políticas de financiamiento para desarrollo; reingeniería de la estructura de los préstamos; impulsar la competitividad de la producción para consumo interno; rehabilitación de la ganadería; incentivar la producción orgánica; recuperar la salubridad de los suelos agrícolas y de las fuentes hídricas; y muchos etcéteras. En definitiva, el ministerio debe concentrarse en rehabilitar y fortalecer el sector agropecuario y no ahogarlo con prohibiciones y limitaciones absurdas ni impuestos abusivos e ignominiosos, como el cobarde escamoteo de cobrar precios exorbitantes por el agua para riego.

Menuda tarea le espera al nuevo ministro y lamentablemente no podemos desearle suerte, porque para su labor lo que se necesita es conocimiento, experiencia y decisión, pero en su lugar le ofrecemos el respaldo consecuente con el inicio apenas de su responsabilidad, y la sincera confesión de que estaremos vigilantes sobre su accionar, que confiamos nos permitirá finalmente aplaudir y gritar al unísono con todo el sector agropecuario... ¡al fin!(O)