Ya se manifiesta el espíritu inclusivo que inaugura el presidente Moreno. El vicepresidente Glas se reúne con los sectores productivos. El ministro de Finanzas convoca a los medios de comunicación a un conversatorio, los trata con aprecio, resalta la labor que realizan, presenta detalladamente el diagnóstico oficial de la situación económica. Recalca que su objetivo es mejorar las expectativas de la sociedad respecto a la situación económica.

La mera cobertura que le dio la prensa a su presentación contribuyó a mejorar expectativas. Punto a favor del flamante presidente.

El diagnóstico del ministro De la Torre coincide de manera exacta con el de las autoridades del gobierno Correa. El profesor califica 10 sobre 10 al desempeño del Gobierno anterior. No es coincidencia que las dos piezas clave del Gobierno anterior siguen con Moreno. Considero que absolver al Gobierno anterior es un error estratégico, puesto que el nuevo Gobierno asume la responsabilidad por las medidas que tendrá que tomar.

Porque con el diagnóstico de De la Torre, somos muchos los observadores que no coincidimos. El ministro dice que lo peor quedó atrás, que la economía está convaleciendo, paso previo a que retome el crecimiento. Que la liquidez de la reserva cubre con creces los depósitos de los bancos, con lo que desvanece la preocupación de estos.

Pero la realidad es que el Gobierno mantiene un tren de gastos que supera con mucho sus ingresos, ahora que el precio del petróleo se estabiliza a un nivel muy inferior al de la bonanza sin precedentes de la que gozó el Gobierno anterior. Las reservas cubren los depósitos de los bancos al día siguiente que se acreditan los $2 mil millones de la nueva emisión de bonos, y la seguirán cubriendo únicamente si el Gobierno no gasta ese dinero. Pero lo gastará, puesto que para cubrir sus necesidades de egresos más amortización de deuda el Gobierno necesita $ 1 mil millones mensuales.

Consecuente con su diagnóstico de que lo peor quedó atrás, se anuncia que el presupuesto contempla una reducción de la inversión, pero no se anuncia ningún recorte en el gasto corriente. Al contrario, lo que se plantea es que para reducir el déficit habrá que buscar nuevos ingresos fiscales que sustituyan la baja del IVA y el fin a las salvaguardias. Se vienen nuevos impuestos.

Esencialmente, lo que propone el ministro es que el ajuste fiscal venga por el lado de la sociedad civil, que contribuya más, y no por el lado de la administración pública, que continuará gastando igual o más. Lo cual contraría una promesa de campaña del presidente Moreno: que habrá austeridad. Igual gasto corriente y menos inversión significa un deterioro de la calidad del gasto y no contribuye al crecimiento.

La colocación de bonos fue exitosa, puesto que los compradores de bonos apuestan a que Moreno tomará medidas correctivas. Fundamentalmente, reducir el gasto corriente y bajar costos de las empresas para que recuperen competitividad.

No hacerlo redundará en la renuencia del mercado a aceptar más bonos. Entonces tendrá que darse el ajuste del gasto público quiérase o no. Mejor manejar el ajuste hoy, y no que el ajuste maneje al Gobierno mañana. (O)