Cada vez que quieren sacar el cuerpo y evadir responsabilidades, más se hunden. Las mentiras, contrastadas con las verdades inocultables evidenciadas en las pruebas exhibidas durante el juicio de Miami, muestran la dimensión de aquellos que compartieron las pillerías junto al “contralor de lujo” de 100 sobre 100 de los 10 años de la Revolución Ciudadana, que proclamaron los beneficiados de sus fechorías.

Hoy casi no lo conocen, aunque videos, testimonios y declaraciones públicas de ellos mismos prueban lo cercanos que fueron con quien sirviera para tapar tanta corrupción y tantas irregularidades en la contratación pública, en perjuicio de los dineros del Estado.

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Este siniestro personaje, el “juez de las cuentas fiscales”, había tenido malos antecedentes desde cuando fuera vistaforador en las aduanas, pero sus ambiciones llegaron hasta captar la Contraloría de la nación, por donde ha pasado gente muy decente y honesta.

De qué le sirvió acumular tantos millones de dólares recibidos de coimas y extorsiones para lavar en activos en Miami y que serán decomisados por la justicia norteamericana. Por sus ambiciones desmedidas, terminó involucrando y hundiendo hasta a sus propios familiares y tapando a sus compinches de ese Gobierno; pero la justicia llega, aunque sea fuera del país. Hoy se espera la pena que le impondrá la jueza de la Corte de Miami y la apertura de otros juicios.

Catástrofe 100/100

Con esto ya no pueden proclamar ni persecución política ni persecución judicial (lawfare), con lo que tanto han engañado en el exterior, porque se han comprobado actos de delincuencia organizada.

En Ecuador este personaje ya se había burlado de la justicia, a pesar de que tiene pendiente de cumplir una condena de seis años por concusión y pagar 40 millones de dólares que le fijaron los jueces. Incluso tuvo la audacia de enjuiciar a honorables miembros de la Comisión Anticorrupción, cuatro de ellos ya fallecidos, por presuntas injurias y difamaciones. Bien decía el filósofo español Miguel de Unamuno: hay ladrones que predican contra el robo para que no les hagan competencia. Sin embargo, logró de una jueza corrupta la condena de un año contra esos miembros, pero fueron “tan caritativos” que les perdonaron.

Todo empezó con el decreto de nombramiento (123), del 16 de febrero del 2007, al inicio de la administración de la Revolución Ciudadana, que duró diez años, que firmara el presidente de entonces, quien lo calificó como un “contralor de lujo” y decía que hizo “importantes avances durante su gestión” y que todo el mundo le quería. Seguramente de ese mundo de la delincuencia. Hoy se entiende que era querido por todos a los que les tapaba la corrupción.

Tuvo que ser la justicia norteamericana la que le castigue al corrupto por utilizar al sistema financiero estadounidense para lavar dinero, promover y ocultar un plan de sobornos en el Ecuador, lo cual sienta un precedente y una lección para que ningún funcionario público asuma que está por encima de la ley y por ello se lleva a los criminales a la justicia. Hoy incluso con la herramienta jurídica de la extradición de ecuatorianos, aprobada con el voto mayoritario de los ecuatorianos durante el reciente referéndum y la consulta popular. (O)