En Venezuela, el Presupuesto Nacional para el año 2017 no será revisado por la Asamblea Nacional. En su defecto, será aprobado por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). Zamuro cuidando carne. Esa fue la decisión que tomó la Sala Constitucional del mismo TSJ en la ponencia conjunta emitida durante la noche oscura del pasado martes 11 de octubre, en la que se autodesigna sustituto de la Asamblea Nacional. Con ello anula por la vía de los hechos a la Asamblea Nacional y, por tanto, desconoce la voluntad de los venezolanos expresada en la última elección realizada en el país, el pasado 6 de diciembre.

Pero no es la única elección que se desconoce en Venezuela durante el 2016. Según el calendario electoral (establecido en la Constitución), este año se deben elegir nuevos gobernadores, para el período 2017-2021. Pero el Consejo Nacional Electoral, faltando 77 días para que finalice el año, aún no ha convocado a elecciones. Así, cuatro personas (las cuatro rectoras del CNE) deciden, sin consultar a los otros 19 millones de venezolanos, extender el mandato de los actuales gobernadores de manera (de momento) indefinida.

Finalmente, el Referendo Revocatorio Presidencial (RRP) también pende de un hilo. Durante esta semana ha corrido un rumor según el cual el TSJ tendría lista una sentencia en la que declara que la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) realizó fraude durante el proceso de recolección de firmas efectuado en abril de este año, evento que dio inicio al proceso de convocatoria al RRP. De ser cierto el rumor, no solo anularía todo el proceso adelantado hasta el momento, sino que también anularía a la alianza opositora como organización política, dejando al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y su alianza política Gran Polo Patriótico (GPP) como amo y señor de estas tierras y con el monopolio de la oferta electoral si se atreven a convocar a elecciones.

La anulación de las tres elecciones este 2016, además de ser totalmente antidemocrática, también traspasa una línea. Línea que dio origen al mismo chavismo: las demandas de participación del pueblo.

El presidente Maduro, el 4 de octubre, afirmó: “La prioridad en Venezuela no es hacer elecciones, la prioridad es la economía, recuperar la producción. Yo pregunto: ¿Cuál es la prioridad del país?, ¿cumplir los caprichos de una oligarquía o recuperar la economía?”.

El presidente, al afirmar que realizar elecciones es un capricho de la oligarquía, desconoce un argumento que hasta hace poco él mismo utilizaba como indicador de su éxito y de la democracia.

No sería esta la primera vez que un autócrata suprime las elecciones y asocia la democracia a un supuesto desarrollo económico o social.

Pero el presidente, al afirmar que realizar elecciones es un capricho de la oligarquía, desconoce un argumento que hasta hace poco él mismo utilizaba como indicador de su éxito y de la calidad de la democracia en la Venezuela Socialista: las 17 victorias electorales obtenidas durante los 17 años de gobierno.

Pero no solo eso. Quizás el elemento más importante que el chavismo incorporó en la política venezolana en 1998 fue la idea de la necesidad de la participación del pueblo precisamente para corregir las desviaciones de la política. Y en ese sentido, el referendo es el mecanismo por excelencia para el manejo de crisis (política, económica, social).

Por eso, justificar la anulación o postergación de las elecciones con el argumento de crisis económica, además de demostrar un gran desprecio hacia el pueblo, es contrario a la propia tradición que el chavismo inauguró.

Las elecciones no son condición suficiente para tener democracia. Pero, democracia sin elecciones… no hay. (O)