“Aquí sobrevive el que ve, oye y calla”, dijo con resignación Arturo mientras bajaba la cortina de su negocio en Puerto Bolívar, parroquia porteña de Machala.
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Los hechos violentos en Puerto Bolívar han alejado al turismo.
“Aquí sobrevive el que ve, oye y calla”, dijo con resignación Arturo mientras bajaba la cortina de su negocio en Puerto Bolívar, parroquia porteña de Machala.
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Analistas creen que luego de 31 días de paralizaciones quedó un país fracturado. Militares empezaron a despejar la carretera hacia la Sierra norte.
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