Quevedo, LOS RÍOS
“La vida es injusta e incomprensible para algunos”, refiere Magdalena Arias, quien desde el 26 de febrero junto con su familia siente mucho dolor por la muerte de su nieto Amado Jesús Caicedo Arias, de 10 años. Él fue baleado junto a su abuela materna, Diana Dueñas.
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“Desde entonces la vida es simple, remota y gris”, describe Magdalena, quien no puede evitar llorar por la tragedia que están pasando.
El día del crimen Jesús, como le decían al niño, iba en el asiento trasero del auto que conducía su padre, Júnior Caicedo. En el carro también estaban su abuela Diana Dueñas; su hermano Josué, de 13 años, y su mamá, Maoly Aragundy.
La familia regresaba a Quevedo luego de haber pasado la tarde en una finca de un familiar en un recinto de la parroquia rural La Esperanza.
Magdalena cuenta que en otro carro iban otros de sus hijos y unos vecinos, además de varios amigos a bordo de dos motos.
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“Se fueron algunos a pasear, yo no quise ir porque estaba cansada, ellos no andaban haciendo nada malo, siempre los fines de semana mi hijo (Júnior Caicedo) acostumbraba a salir con su familia”, explica la mujer, y detalla que en la vía El Vergel–La Esperanza, “segundos después” de haber pasado un control por parte de agentes de la Policía del Grupo de Operaciones Motorizados (GOM), fueron acribillados.
Familiares de las víctimas indican que los agentes motorizados les pidieron documentos y al menos permanecieron unos quince minutos estacionados hasta que una vez terminado el control continuaron con su recorrido a Quevedo.
“Mi hijo me cuenta que aparecieron hombres en motos y en carros, el niño dijo a su padre ‘papi, andan con fusiles, esos hombres nos matan’ (…) y seguidamente se escucharon las detonaciones, la primera en morir fue Diana, a mi nieto también le dispararon… Me pregunto por qué pasó eso, sí él era un angelito”, dice la mujer.
El ataque no solo fue hacia el auto que conducía Júnior, el padre de Jesús, sino también contra el vehículo de sus vecinos, debido a ello durante el ataque resultó herida su vecina Dayanna y milagrosamente se salvaron los dos hijos de esta, de 5 y 6 años.
“Mi hijo, en un momento que dejaron de disparar me cuenta que él se bajó del carro y les decía a los criminales que lo vean bien, porque podía tratarse de una equivocación, pero esos hombres estaban como cegados y empezaron a dispararle, él se lanzó a un barranco por eso pudo salvarse, aunque resultó herido con un disparo en una de sus piernas”, recuerda Magdalena.
La muerte de Jesús se confirmó en el hospital, pese a que fue sacado de urgencia del vehículo y llevado en una moto. La esperanza de salvarle la vida se desvaneció minutos después, los disparos terminaron con su vida.
Desde entonces la vida de la familia del pequeño no es la misma.
Debido a lo ocurrido, Josué, el hermano mayor de Jesús, recibe charlas psicológicas.
“Él vio todo, cómo mataron a su hermanito y a su abuela, no solo él necesita ayuda, sino también sus padres que siguen muy afectados”, dice Magdalena, y agrega que pese a que ha pedido ayuda psicológica ningún funcionario del Estado ha ido a su casa ubicada en el sector Juan de Dios Zárate.
“Dicen que no lo hacen porque el sector es peligroso, pero pueden avisarme y yo las voy a ver o las espero en la entrada, todo se puede hacer cuando hay voluntad”, manifiesta con desconsuelo.
Magdalena indica que pese a que denunciaron el caso aún no los han llamado a la Fiscalía para tomarles las versiones.
“El caso está botado, pero quiero justicia, como abuela de Jesús (…) No sabemos quiénes fueron los criminales, por qué ocurrió el ataque, tenemos tantas preguntas y nadie nos da explicaciones (…) yo quiero justicia por la muerte de mi nieto y de su abuelita, eran personas inocentes”, insiste la mujer.
Señala que contrario a lo que decía la gente que el objetivo de los desconocidos era su hijo, Júnior, él es un hombre bueno y dedicado a su familia.
“Es un hombre tranquilo, trabajador, conocido en el sector y quien ayuda a la comunidad, sí es cierto que él fue detenido por un robo, pero en el proceso de investigación un juez determinó su inocencia”, aclara la madre.
A la familia de Jesús desde el día de la tragedia les quitaron la paz. Magdalena cuenta que su nuera, la madre de Jesús, pasa la mayor parte del tiempo visitando la tumba del niño, mientras que Júnior, su padre, ha muerto en vida.
Sobre el crimen, la Fiscalía informó que el caso sigue en proceso de investigación.
El 7 de marzo se inició la etapa de investigación y no se podrá dar inicio a una instrucción fiscal hasta que existan elementos suficientes para imputar responsabilidad a quienes hayan participado en el hecho violento. (I)














