Édison Ronquillo, de 38 años, cuenta con voz entrecortada y desazón que la vida de su hija Dayana cambió hace casi siete meses, cuando fue atropellada por una unidad de la compañía de transporte urbano Jerpazsol.

El accidente ocurrió el 20 de octubre pasado en la parroquia Izamba, norte de Ambato, por el sector del aeropuerto de Chachoán. Ese día, Dayana, de entonces 16 años, con su pequeño hermano, de 5, cruzaban la calle para ingresar a la Unidad Educativa Tirso de Molina, cuando fueron atropellados.

El pequeño tuvo un golpe que no fue de consideración, pero ella llevó la peor parte.

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“A ella le pasó una desgracia bien grande; por eso, es un milagro de Dios que la tengamos con vida. Porque primero le pasa con la llanta delantera, y las de atrás quedan encima de mi hija cuando un carro que ha ido adelante ha parado”, relata Ronquillo.

Muestra su agradecimiento con los médicos del hospital General Ambato del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) y del hospital DAME en Quito, hasta donde fue derivada Dayana.

Asegura que a su hija le hicieron en total doce operaciones, y que gracias a esas intervenciones ella está viva. Dice que la última intervención quirúrgica fue el 10 de febrero, en que se le practicó una cirugía plástica por una herida que tuvo en las caderas y que no le cicatrizaba.

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Le tuvieron que hacer prácticamente una reconstrucción total del intestino, pero perdió un riñón y un vaso sanguíneo. Ahora esperan que pasen seis meses para que le hagan la última operación, que es una colostomía, añade el afligido padre.

El día del accidente, Dayana, de entonces 16 años, con su pequeño hermano, de 5, cruzaban la calle para ingresar a la Unidad Educativa Tirso de Molina, cuando fueron atropellados. Foto: Wilson Pinto. Foto: El Universo

Dayana cursa el segundo de bachillerato

“Pero pusimos todo en las manos de Dios. Ahora mi hija está bien. Esperamos que le hagan la operación que le falta; mientras tanto, está con una sonda. Ella es como una muñeca de cristal: toca tenerla con cuidado”, asegura el padre de Dayana, que cuida a la menor como si fuese un enfermero.

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El hombre cuenta que ella está en segundo año de bachillerato, pero que por lo ocurrido no asiste a clases, porque le cuesta caminar, ya que se agita mucho como consecuencia de las operaciones del intestino. Los maestros le ayudan con parte de las tareas para que haga en la casa, menciona.

Ronquillo recuerda que luego del atropello fueron detenidos el chofer y el vehículo. Sostiene que, mientras estuvo en el trajín por el estado de salud de su hija, le comentaron que en la tarde del 20 de octubre tenía una audiencia.

Allí, recalca, le dijeron que no había pruebas contundentes, por lo que el conductor quedó en libertad, y nadie hasta ahora ha dado la cara para subsanar los daños causados. Siendo las cosas así, el hombre tuvo que llamar para que desde la operadora de transporte le brinden algo de ayuda.

Como Ronquillo ha estado la mayor parte del tiempo junto a su hija, confiesa que no ha podido hacer nada para seguir el caso en el ámbito judicial, pero dice que sí necesita que le ayuden con los gastos que tuvo, ya que mientras permaneció en el hospital del IESS Ambato debió comprar medicamentos e insumos.

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Foto: El Universo

Él considera que no hubo justicia en el caso de su hija, y menciona que al cuarto día de que sucedió el accidente llegaron a la casa supuestos integrantes de la compañía Jerpazsol a amedrentarlo, a decirle que cogiera $ 1.000 o, caso contrario, él iría preso.

Pero refiere que luego de este episodio, mientras su hija estuvo en el hospital de Quito, aceptó $ 5.000, porque le dijeron que en caso contrario se irían por la vía judicial, instancia en que se vería quién tiene más peso.

“Pero es poco para lo que gastamos, porque en doce días aquí en Ambato tuvimos gastos de $ 3.800″, narra, y afirma que por estar junto a su hija se quedó sin trabajo; que era despachador de los buses interprovinciales que salían al norte, y que ahora labora en la plaza San Jacinto de Izamba ayudando a estacionar los carros.

A pesar de la difícil situación, este padre de familia dice sentirse agradecido con Dios, pues su hija está con vida, aunque extraña a la Dayana cuando era sana y llena de la energía propia de su edad; y por esa razón, le entristece ver que cuando camina un poco le dice que se siente cansada o que le falta el aire.

Además, la joven lleva una rigurosa dieta, porque no puede comer de todo como lo hacía antes.

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Apoyo canalizado con red de mujeres

Ronquillo destaca que a través de la Red Mujeres Tungurahua Etnias Ecuador le ayudaron a ver rápido una cama en Quito, porque luego de quince días en el hospital del IESS, Dayana necesitaba una operación de urgencia de los pulmones y en Ambato no había los especialistas ni equipos para la intervención.

Verónica Aldaz, coordinadora de la Red Mujeres Tungurahua Etnias Ecuador, reseña que el 2 de noviembre del año anterior tuvo conocimiento del caso de Dayana, que fue cuando la buscaron los familiares por ayuda y le comentaron que fue atropellada por una unidad de transporte, y que ahí se hicieron gestiones con autoridades del IESS y del Ministerio de Salud Pública (MSP) para que, al ser un caso muy grave, se hiciera el traslado a una unidad médica de Quito.

Así se logró que se la llevara a una casa de salud privada que fue asignada directamente desde el IESS.

Aldaz comenta que, como en otros casos, lo que hizo la red fue priorizar la vida de Dayana; que por esa razón la técnica de ayuda social en Quito estuvo pendiente de que se le proveyera la medicina y que se le hicieran las cirugías de manera oportuna.

“Para nosotros es una misión cumplida cuando ella retornó con vida, ya comiendo, y ahora sé que está con una mejor recuperación, con ganas de vivir; aunque siempre detrás de una situación de esta (atropello y cirugías) siempre va a haber secuelas, pero pienso que solo Dios sabrá por qué aún le tiene en esta tierra. Y hacer un llamado a las autoridades para que de alguna manera la sigan apoyando”, recalca Aldaz.

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Sin respuesta

Para conocer la versión de la operadora, este Diario tomó contacto con el gerente de la compañía Jerpazsol, Joaquín Jerez, quien en primer lugar accedió a dar una entrevista, pero pidió conocer el tema para prepararse.

Luego de informarle el caso, señaló que iba a devolver la llamada para ponerse de acuerdo en el día y hora de la entrevista, pero luego llamó para decir que se había reunido con los directivos de la compañía y le dijeron que no tiene autorización para dar declaraciones al respecto.

No obstante, sostuvo que actuaron de manera legal con relación al atropello a Dayana, y que todo está en la Fiscalía. (I)