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Sentarse a dialogar con la Conaie debe ser la primera opción para el Gobierno, señalan analistas

Organizaciones sociales están al pendiente de que el movimiento indígena confirme participación. Expertos consideran que medidas más extremas agravarían crisis.

Manifestantes se enfrentan a agentes de policía en las calles de Quito durante el noveno día consecutivos de las protestas contra el Gobierno del presidente Guillermo Lasso. Foto: José Jácome

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El presidente Guillermo Lasso ha reiterado que su gobierno está abierto conversar con la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) y en las últimas horas se conoció que aceptó participar en un proceso de diálogo convocado por la Fundación Esquel y otras organizaciones parte de la plataforma Diálogos Nacionales, para desactivar el paro nacional que se inició el 13 de junio pasado.

El politólogo César Ulloa, coordinador de proyectos de Diálogos Nacionales de Fundación Esquel, comenta que la aceptación del Ejecutivo a su invitación es algo que ven con beneplácito y cuenta que están a la espera del pronunciamiento de Leonidas Iza, presidente de la Conaie, para instalar la mesa de diálogo en cualquier universidad y garantizan que será un espacio de neutralidad.

Ulloa dice que cada vez hay una presión social mayor en favor del diálogo, que espera lograr que Iza lo acepte o vaya planteándose algún escenario menos radical. Además, indica que la aceptación al paro cada vez es menor y que no se puede comparar con lo ocurrido en octubre de 2019.

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“Esto no garantiza que el problema se desactive pronto, venimos de un arrastre de incumplimiento de acuerdos en 2019 que se perseguían con el gobierno de turno, entonces el actor indígena viene con desconfianza”, añade.

Lasso ha reiterado que su gobierno “ha acogido gran parte” de la agenda presentada por la Conaie con medidas compensatorias que se anunciaron el 17 de junio pasado, pero indicó que “están conscientes de que el proceso de solución de los problemas de un país es dinámico y están dispuestos a identificar en conjunto las mejores formas y vías para estas soluciones”.

La mesa de diálogo a la que aceptó participar Lasso estaría liderada por la Asamblea de Educación Superior del Ecuador, que integran todas las universidades, representada por Galo Naranjo, rector de la Universidad Técnica de Ambato; la Conferencia Episcopal Ecuatoriana; la Comisión Política de la Mujer; fundaciones como Faro y Esquel, entre otras y respaldadas por las Naciones Unidas y la Unión Europea.

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Pero esta no es la única opción que tendría Lasso para atenuar la conflictividad política. Analistas plantean, además, que recurra a la disolución de la Asamblea Nacional, conocida como ‘muerte cruzada’, para ir a elecciones generales en seis meses; imponer el orden con las Fuerzas Armadas y Policía Nacional; o ceder por completo al pliego de diez peticiones de la Conaie.

Desde la oposición, asimismo, se habla de su destitución aplicando el artículo 130 de la Constitución.

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Ruth Hidalgo, directora ejecutiva de la Corporación Participación Ciudadana, dice que no es necesario llegar a las medidas más extremas ya que en estos momentos existe aún la opción de soluciones pacíficas para poner fin a la crisis provocada por el paro nacional, que ya cumple su noveno día.

“Una posibilidad es instalar una mesa de concertación que debe estar liderada por un tercero, que no puede venir de ninguna de las partes, un mediador calificado y externo, que sea aceptado por las partes y sea la que lidere un proceso tan delicado y debe ser acompañado por organizaciones sociales, academia y representantes de la sociedad civil con credibilidad”, apunta, y añade que quien podría convocar a esta mesa puede ser la Iglesia de la mano de mediación internacional.

Roberto Beltrán, catedrático de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) y experto en paz, conflictos y democracia, coincide con Hidalgo en que la mejor salida para esta crisis es activar una mesa de diálogo, y explica que para que esta figura funcione se necesita que el convocante tenga fuerza.

“Puede ser Naciones Unidas, la academia, pienso hasta en una figura como Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz, indígena. Las partes en conflicto tienen que sentirse cómodas con el convocante, no quiere decir que la mesa de diálogo inmediatamente brindará respuestas, pero como suele pasar en los conflictos se puede negociar un alto al fuego”, explica.

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Beltrán considera que una vez instalada una mesa de diálogo, se puede empezar con acordar el no cierre de vías, la no agresión ni ataques y elaborar una agenda conjunta y no pensar en ceder a todas la peticiones de la Conaie.

“Hasta ahora lo que ha habido es el pliego de peticiones de la Conaie, inicialmente un débil manejo político de parte del Gobierno y las respuestas hacia afuera. Es necesario que se sienten a conversar”.

Hidalgo refiere que el país no está viviendo una protesta pacífica y dice que lo que hay es vandalismo, violencia, anarquismo y promoción de más violencia con una agenda política identificada detrás de los desmanes y que podrían tener financiamientos puntuales y la infiltración del crimen organizado y de intereses que se alejan de los del indigenado.

Estos nueve días de paro nacional también han afectado a la imagen de los indígenas, añade Hidalgo.

“Están sufriendo un desgaste político de polarización y de animadversión, que a la luz de estos actos vandálicos está surgiendo en contra de ellos de una manera que no es correcta y que puede significar una pérdida de su imagen, de sus luchas y de sus necesidades frente a la opinión pública”, lamenta.

En el caso de la muerte cruzada, la destitución del presidente u optar por imponer el orden con las fuerzas de seguridad, Beltrán considera que son acciones que no van a contribuir a la pacificación social y en el caso de la última, provocaría que se limiten muchos de los derechos de los ciudadanos; además, explica que esta medida podría favorecer a los sectores movilizados para victimizarse.

Expone que en este tipo de conflictos siempre existen agendas ocultas y que es probable que estén dándose acercamientos a la Conaie y en caso de no concretarse, dice que la vía que le queda al Gobierno es imponer el orden.

“Las opciones que no son de diálogo me parecen extremas y complejas porque se corre mucho riesgo y dividen aún más al país; desestabilizarían no solo la parte económica, sino la parte social. Un país débil, una democracia débil, es presa fácil de otro tipo de fenómenos como la mafia o el crimen organizado”, subraya.

Por su parte, Hidalgo dice que “la posibilidad de la muerte cruzada está siempre, pero considera que es una solución extrema válida solo cuando ya se han roto todos los canales de diálogo y que todo está perdido, y que puede tener graves consecuencias de más inestabilidad para el país”.

“Eso le va a tocar definir al presidente, si piensa que ese es el mejor camino, pero hoy por hoy se sabe que no es una postura”, indica.

En tanto, Ulloa menciona que en un escenario en que la Conaie se resista al diálogo, será clave que el Gobierno establezca procesos de negociación con otros gremios sociales vinculados a las actividades comerciales o de profesionales para generar una presión social.

Asimismo, explica que Diálogos Nacionales optará por una estrategia similar en caso de no tener una respuesta favorable de parte de la Conaie.

“Hay sectores que tienen igual o más importancia que la Conaie, la presión de estos sectores puede hacer que se depongan las medidas de hecho. Ecuador es el único país, en vías de desarrollo, que no ha superado la pandemia y se da el lujo de paralizar nueve días”, apunta. (I)

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