El nuevo calendario de trabajo implementado por el presidente de la Asamblea Nacional, el oficialista Niels Olsen, ha generado reacciones divididas entre los legisladores.

Mientras unos ven en la medida una oportunidad para ordenar y reforzar la actividad parlamentaria, otros advierten que podría entorpecer funciones clave, como la fiscalización o el trabajo en territorio.

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Desde el pasado lunes, 20 de mayo, el pleno sesiona lunes, martes y miércoles por la mañana, y a veces en la tarde; las comisiones lo hacen durante toda la semana en la mañana, la tarde y la noche; y los viernes se destinan a actividades territoriales, según dispuso Olsen.

Los que se oponen al nuevo esquema dicen tener preocupación por la calidad del trabajo legislativo.

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Lenín Barreto, del movimiento Revolución Ciudadana (RC), indicó que aumentar los días de sesión no resuelve los problemas estructurales.

“El pleno ha sesionado incluso fines de semana y feriados. Esto evidencia que la voluntad de trabajo no se mide por los días que se sesiona, sino por la calidad del trabajo legislativo”, cuestionó.

El legislador citó como ejemplo la sesión del lunes 20 de mayo, que tuvo apenas dos puntos en el orden del día, pese a los múltiples proyectos en espera. “No necesitamos una Asamblea que sesione más días; necesitamos una Asamblea que produzca mejores leyes”, agregó.

Su coidearia, Bertha Vélez, por su parte, advirtió que la medida puede desequilibrar la relación entre el pleno y las quince comisiones especializadas.

“El trabajo de las comisiones es indispensable para garantizar un debate amplio. Esta propuesta parece surgir del desconocimiento de las competencias del Legislativo”, dijo.

Además, Vélez señaló que, en el periodo anterior, las sesiones plenarias eran menos frecuentes justamente para no interferir con el trabajo técnico en comisiones.

En la sesión n.° 001 de la Asamblea Nacional, en la que se trató la integración de las comisiones especiales permanentes, con 78 votos se aprobaron las comisiones. Foto: Carlos Granja Medranda

En contraste, otros legisladores han defendido el ajuste en las jornadas como una manera de institucionalizar horarios y compromisos.

“La Asamblea no solo es una institución política; también es de servicio público. Debemos estar sujetos a un régimen laboral como el de cualquier funcionario”, manifestó Andrés Castillo por parte del movimiento oficialista, Acción Democrática Nacional (ADN).

Su compañero de bancada Jorge Chamba sostuvo que, en su caso, el trabajo territorial no se ha visto afectado y que la medida permite aprovechar al máximo la semana legislativa.

“Hemos tenido jornadas donde trabajamos hasta tarde, incluso cuando no se sesionaba todos los días. Esta Asamblea debe estar junto al pueblo, escuchando sus necesidades. Por eso, respaldamos esta decisión”, dijo.

Otras voces, sin oponerse directamente al cambio, advierten sobre la necesidad de adaptaciones.

Samuel Célleri, exasambleísta del Partido Social Cristiano (PSC) y ahora independiente, propuso, por ejemplo, que las sesiones de los jueves terminen al mediodía para permitir que los legisladores puedan trasladarse a sus provincias.

“Los asambleístas debemos mantener un contacto directo con nuestros electores. Si no se garantizan tiempos adecuados para el trabajo territorial, se rompe esa vinculación”, señaló.

Aunque Célleri consideró positiva la intención de ordenar el trabajo legislativo, insistió en que “la eficiencia no debe comprometer el vínculo con la ciudadanía”. (I)