Un panorama diferente al habitual aún se vive en las inmediaciones de la Asamblea Nacional, en el centro norte de Quito, en donde tras varios meses de cierre sus puertas se volverán a abrir nuevamente.
El 17 de mayo de 2023, el presidente de la República, Guillermo Lasso, disolvió la Asamblea Nacional argumentando la causal de grave crisis política y conmoción interna.
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Tras un adelanto de elecciones y con nuevos asambleístas, la primera sesión está prevista para este viernes, 17 de noviembre.
Este jueves, a un día de que se instale, la circulación por la avenida Vicente Piedrahita, el principal acceso al edificio parlamentario, era expedita. Antes se solían colocar vallas metálicas, lo que impedía caminar por esa calle que fue hecha peatonal.
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Frente a la Asamblea, en esa misma avenida, un letrero azul de parqueo público destaca, pero las puertas están cerradas.
En la calle Luis Saá, a pocos metros de uno de los accesos al Legislativo, se venden bebidas de productos naturales. También hay puestos de lustrar zapatos, así como de venta de gaseosas.
A lo largo de dos cuadras no hay locales abiertos, sino carteles anunciando, en algunos casos, la venta de inmuebles o un restaurante de comida típica que hace tiempo dejó de ofrecer alimentos. Solo hay un letrero sucio y desgastado.
Desde la avenida 6 de Diciembre no se puede ingresar, pues hay macetas con plantas que lo impiden.
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En esa misma calle, una pequeña cafetería con empanadas manabas no da abasto para recibir a comensales.
A pocos metros, Fabricio Salazar, dueño de un pequeño restaurante, comentó que abrió el establecimiento hace cinco meses. Hay expectativa por este nuevo periodo legislativo.
“Habrá más gente; pienso que mejorará el negocio”, sostuvo con la apertura de la Asamblea, aunque no espera atender más temprano de las 07:00, que es cuando empiezan a ofrecer bolones, majados, desayunos en general.
Junto al Colegio de Abogados de Pichincha está —desde hace 40 años— un negocio dedicado a la venta de cigarrillos, caramelos y chocolates.
Su propietaria, quien prefirió no dar su nombre, espera que sus ventas mejoren. “Quizá ya se componga esta situación, que estamos en la nada. No ha habido nada de dinero; no ha habido ni gente”, señaló la mujer. Diariamente vende por $ 5, pero cuando hay movimiento sostuvo que gana unos $ 20.
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Para la reapertura legislativa habrá cierres viales. Desde la Agencia Metropolitana de Tránsito (AMT) se indicó que las calles estaban siendo evaluadas por temas de seguridad, pero a José Suárez, quien ilustra zapatos desde hace 35 años en la calle Clemente Ponce, no le agrada.
“No voy a trabajar”, mencionó molesto. Sus clientes son abogados, asesores, guardaespaldas de la Asamblea.
Pero el Legislativo no es solo escenario de pugnas políticas y expedición de leyes, sino que también ha sido el epicentro de protestas sociales o de cambios de Gobierno.
En la calle Juan Montalvo, donde queda la Contraloría y es un acceso secundario a la Asamblea, hay tres locales de venta de snacks.
Pilar Guamán lleva casi un año en la venta de diversos productos, y aunque dice que le ha ido bien en ese tiempo, y sus compradores son gente de Contraloría y aquellos que pasan por la calle, espera que las protestas sociales le generen movimiento comercial.
Martha Yambay, quien tiene una caseta de venta de productos, indicó que sube un “poquito” sus ingresos porque hay autoridades, policías, entre otros, pero comparte el criterio de Guamán de que las protestas son su motor económico.
“Cuando hacen bulla, cuando vienen organizaciones, solo ahí” las ventas repuntan, según dijo.
En la avenida Gran Colombia, junto a una parada de la Ecovía y frente al hospital Eugenio Espejo, dos extranjeros que trabajan en una cafetería comentan que les han dicho que el negocio mejorará, pues la Asamblea vuelve a instalarse. (I)