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Con 300 dólares y una cuenta en Instagram, tres ecuatorianas conformaron un emprendimiento que ahora factura más de 180.000 dólares al año

TextMe es una marca de ropa que emplea a talleres artesanales para la confección de las prendas. En enero y febrero de 2022 ya sumó $ 34.000 en ventas.

Parte del éxito del emprendimiento fue su apuesta por las redes sociales y servicios virtuales, como WhatsApp Business. Foto: Cortesía TextMe

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Aunque el diseño y la moda son temas que apasionan a Stephanie Benítez, ella veía que en Ecuador el diseño de prendas de vestir no era una carrera rentable. Sin embargo, luego de estudiar Negocios Internacionales y de cursar una maestría en Comunicación y Moda en España, regresó al país con la idea de crear una marca de moda 100 % ecuatoriana, cuyo giro de negocio tendría sus ejes en lo digital, el apoyo de mano de obra local, utilización de materia prima nacional y dirigida para mujeres.

Es así que en 2019, antes de la pandemia, junto con María Gracia Cajas y Martha Herrera, fundó TextMe. Comenzaron con un capital de inversión de $ 300 y una cuenta de Instagram desde la cual se coordinaban las ventas. Ellas hacían el delivery solo en Quito.

“Comencé con camisetas de algodón, camisetas básicas con mensajes de empoderamiento femenino”, dice Stephanie. Al llegar la pandemia, y con un escenario incierto, no estaba claro el futuro del emprendimiento; pero la marca tomó fuerza en el confinamiento, ya que las ventas online subieron.

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Empezamos a confeccionar camisetas más en tendencia, que tienen hombreras, y allí despegó todo. A la par hicimos un buen trabajo en redes sociales. Los primeros showrooms los hicimos en mi departamento”, añade.

Todas las ganancias que obtuvieron en 2020 las reinvirtieron en el negocio, incluso sacrificando sus propios sueldos para poder expandir la marca. Esto dio resultado, ya que cerraron el 2021 facturando $ 180.000. En enero y febrero de 2022 ya sumaron $ 34.000 en ventas.

Parte del éxito, indica Stephanie, fue su apuesta a lo digital, ya que la pandemia las tomó preparadas en redes sociales y en varios servicios, como WhatsApp Business: “Ahora la gente ya no llama tanto a hacer una reserva a un restaurante, por ejemplo, sino que lo hace desde la página web del negocio. Entonces, manejar Instagram nos ayudó a tener un mayor alcance”.

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Otro de los temas que favorecieron el emprendimiento fue el mayor apego a las marcas nacionales que generó la pandemia, ya que, por el confinamiento, muchas personas que viajaban constantemente fuera del país no conseguían marcas de ropa internacionales y buscaron opciones locales.

TextMe empezó trabajando con un pequeño taller artesanal de la capital al que le daban los modelos para confeccionar. Ahora son seis y están ubicados en Quito, Cotacachi, Machachi e Ibarra. Han confeccionado más de 200 modelos de prendas, como pantalones de tela, trajes tipo sastre, blusas, gorras o camisetas personalizadas, y están próximos a presentar su línea de abrigos.

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Seis personas laboran directamente para TextMe, y los talleres artesanales emplean a cerca de 40 personas. Además, ya tienen dos showrooms en Quito y Cumbayá.

Martha Herrera, Stephanie Benítez y María Gracia Cajas son las fundadoras de TextMe. Foto: Cortesía

Gloria Simbaña, de Print Textil, es una de las artesanas que trabajan con el emprendimiento desde hace dos años. Afirma que les ha gustado trabajar con la marca, porque le han dado “valor” al trabajo de los artesanos ecuatorianos.

Esto se alinea a la filosofía de trabajo de nuestra empresa, que es la valoración del consumo local. Para TextMe elaboramos estilos básicos, ropa de punto con un concepto de marca que busca que las prendas sean usadas en cualquier temporada”.

Martha Herrera, otra de las fundadoras de TextMe, se encarga de la atención de los clientes y de la logística. Afirma que para cuidar a su clientela eligieron una forma novedosa para entregar las prendas.

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Enviamos en una cajita, ubicamos una tarjetita, flores, y la prenda va perfumada con la fragancia que creamos para la marca. Con esto le decimos a la persona que ella es importante para nosotros. Nuestros clientes son nuestros replicadores. Si no tenemos la talla de una persona, pedimos al taller que la confeccione, y esto busca fidelizar la marca”, señala.

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Cuenta que la idea de perfumar las prendas con una fragancia que sea característica de la marca para ellas era sumamente importante, ya que esto da un plus al negocio: “Al comienzo, la gente no estaba acostumbrada. Una vez una clienta me llamó a decirme que la prenda estaba usada, porque estaba perfumada, y al explicar la estrategia se quedó contenta”.

Además, por determinado monto de compra o por ocasiones especiales se les obsequia a los clientes frascos de alcohol con la fragancia de la marca. Martha afirma que ahora trabajan con dos empresas para las entregas: una se encarga de los pedidos nacionales y otra solo en Quito y los valles.

Las prendas vienen perfumadas con la fragancia de TextMe. Foto: Cortesía

Lorena Gutiérrez ha sido clienta de TextMe desde los primeros años y afirma que lo que le gusta de la marca son los acabados y la textura de la tela. Indica que también apoya el emprendimiento, porque está liderado por mujeres que “son ejemplo” en el mundo de los negocios y la moda.

Me gusta consumir lo nuestro y más si sé que se elabora con manos ecuatorianas. La calidad del producto es muy buena y, de hecho, tiene mejores acabados que las marcas internacionales. Además, tiene precios muy competitivos”, indica.

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Los precios de las prendas de TextMe están entre los $ 15 y los $ 68. “Un bléiser de una marca internacional, muy parecido a uno que nosotros vendemos en $ 68, cuesta $ 120. Nuestros precios son competitivos y, además, a diferencia de esas marcas, nosotros sabemos quién hace las prendas. En ocasiones, no se sabe qué métodos aplican las grandes marcas para tener precios competitivos. Nosotros sacamos una colección cada dos meses, lo que se puede considerar lento, pero protegemos a los artesanos y al consumidor”, dice Stephanie. (I)

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