Era 29 de febrero de 2020. Tiempo de vacaciones escolares en la Costa ecuatoriana, de retorno del extranjero de migrantes y de nacionales que venían tras disfrutar unos días fuera del país o de intercambios estudiantiles. Las cifras de las llegadas en los dos aeropuertos principales de Ecuador registraban incluso un aumento en comparación con el 2019. En Guayaquil, solo en febrero del 2020 arribaron 14.967 pasajeros más que en 2019, según cifras oficiales. En enero del 2020 fue una cantidad similar.

Lo mismo ocurrió en Quito, que también registró más arribos internacionales en enero, febrero y marzo (a mediados se suspendieron ya los vuelos internacionales como parte de las medidas para frenar la pandemia). Solo en estos tres meses del 2020 llegaron 191.626 pasajeros a Quito y 170.971 a Guayaquil, exponen los datos del Ministerio de Gobierno.

Aquel 29 de febrero de 2020, ecuatorianos y turistas seguían llegando y disfrutaban de las playas, de los paseos por Ecuador, de las comidas típicas. Centros comerciales, llenos, así como mercados, comisariatos... También se alistaban reuniones sociales: graduaciones, matrimonios... Era ‘la extensión’ del carnaval que empezó una semana antes.

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Pasadas las 10:00 de aquel 29 de febrero, en rueda de prensa nacional, transmitida por medios de comunicación y en redes sociales, la ministra de Salud de entonces, Catalina Andramuño, confirma el primer caso de COVID-19 en Ecuador.

“Se trata de un caso importado”, asegura. La paciente era una ecuatoriana adulta mayor, 71 años, que residía en España y que llegó al país el 14 de febrero (en un vuelo directo de Madrid a Guayaquil). De ahí fue a su natal Babahoyo, en la provincia de Los Ríos. Ella residía en Torrejón de Ardoz, municipio de Madrid, donde para ese 29 se habían reportado tres casos positivos de COVID-19 en aquella localidad europea.

Personal de salud brindaba información a los usuarios de la Terminal Terrestre de Guayaquil, en marzo del 2020. Foto: Ronald Cedeño

“No presentó ningún síntoma a su arribo”, justifica la ministra Andramuño ese 29. Pero días después sintió fiebre y malestar, por lo que sus familiares la llevaron a una casa de salud antes de que se le practicaran las pruebas, el 27 de febrero, que terminaron dando positivo.

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A la hora del anuncio de la ministra, la mujer, llamada desde entonces ‘paciente cero’, estaba en estado crítico y su pronóstico era reservado. Permanecía asilada en uno de los 15 hospitales que estaban en el plan nacional para tratar estos casos, aunque no se reveló el nombre del establecimiento. Luego, en redes sociales, se conoció que era el Hospital del Guasmo, donde casi dos semanas después falleció.

Había pasado un poco de una hora del anuncio estatal de que Ecuador tenía un primer caso confirmado de COVID-19 y ya, en las calles, se formaban largas filas en las distribuidoras farmacéuticas en Guayaquil. Cajas de mascarillas, alcohol, vitamina C y jabón estaban entre los pedidos del público.

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A las pocas horas era ya difícil conseguir los cubrebocas. Y los precios subían. Así, una caja de mascarillas quirúrgicas que antes no pasaba de $5 subió en el mercado a $25 y hasta más de $50 en los días más críticos del inicio de la pandemia. Lo mismo ocurrió con las N95 o KN95. En las calles vendían las últimas hasta en $15, mientras una quirúrgica que costaba $0,40 pasó a $5 y $7. Los supermercados y comisariatos registraron también una alta demanda ese día. Perchas vacías, sin alcohol, sin mascarillas, sin jabones y hasta sin alimentos, como carnes, encontraron en algunos lados quienes llegaron casi al atardecer de aquel 29 de febrero. En redes sociales, usuarios evidenciaron aquello con fotografías de distintos sitios.

Agotadas las mascarillas en farmacias de Guayaquil, ahora la demanda se concentra en ferreterías

Para el 1 de marzo ya eran seis los casos confirmados de COVID-19. Uno en Guayaquil y cinco en Babahoyo, Los Ríos. Los familiares de la ‘paciente cero’ sostuvieron luego que se aislaron y cuidaron por su cuenta, pues el MSP no habría cumplido como debía. Incluso las pruebas no se las efectuaron a todos los implicados. “En una vivienda se tomaron muestras a cuatro personas de los ocho convivientes; resulta que dejaron al positivo con los negativos (...) ¿En qué momento corto el ciclo de contagio?”, expuso en ese entonces una sobrina, oftalmóloga, de la ‘paciente cero’, que cuestionó medidas aplicadas por el MSP y los señalamientos que sufrieron por parte de la población.

Luego llegaron más casos importados. Uno, en Sucumbíos. Y así continuaron. Médicos, epidemiólogos, autoridades locales, entre otros, pedían al Gobierno que suspendiera temporalmente los vuelos internacionales para frenar la ‘explosión’ que se vino casi de inmediato. Pero aquello no ocurrió hasta que el Gobierno ecuatoriano decretó, la noche del 16 de marzo, estado de excepción que regía desde el 17, toque de queda, cierre de fronteras, entre otras medidas.{

Para esa fecha, 16 de marzo de 2020 se reportaban oficialmente 58 casos confirmados de COVID-19. De estos, 12 eran importados (llegaron del exterior). Ahí empezó una serie de problemas que terminaron con más contagios, muertes, colapso del sistema de salud, familiares clamando para que retiren a sus fallecidos de las casas porque ya tenían hasta cuatro días con el cadáver y seguían en lista de espera.

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Casa abierta del MSP en los exteriores del Hospital Guasmo Sur. Médicos explicaban sobre la buena nutrición y correcto lavado de manos, el 5 de marzo de 2020. Foto: Francisco Verni

A finales de enero del 2020, con un ciudadano chino, empezó la alerta por la llegada de la pandemia a Ecuador; desde ahí se decía que el ‘país estaba preparado’

Falta de oxígeno, de medicinas, de camas UCI y de hospitalización, de ataúdes, de espacios en los cementerios; casos de corrupción; sobreprecios en productos médicos y de bioseguridad vitales en esos días acrecentaron el problema de la pandemia, que hasta el sábado llevaba 284.347 confirmados con el virus y más de 15.700 muertos. Desde hoy presentamos una serie de temas referentes al primer año de la pandemia del COVID-19.

“¿Tiene fiebre?, ¿tos seca?... vuelva a llamar cuando presente estos síntomas...”, les decían en la línea 171 que se activó desde el 29 de febrero para atender los casos. Muchos se cansaron de llamar y de esperar. Unos optaron por automedicarse y otros terminaron complicándose.

Raúl Alcívar: ‘Paciente cero’ pasó también por hospital privado de Guayaquil

Para esa fecha (febrero 2020) se veía desde nuestro país, esta situación de la pandemia que estaba por empezar, como algo muy distante. Y los criterios y protocolos para la fecha lógicamente tenían unas variaciones grandes.

Sin embargo, nosotros, el cuerpo médico y por el nivel de preparación que ellos tienen, por su formación y su experticia, desde un comienzo, por las condiciones clínicas que tenía esa paciente, por la procedencia... sospecharon de que era un paciente con COVID-19.

Se hicieron las gestiones con el ministerio (de Salud), no tuvimos una respuesta oportuna definitivamente por parte del ministerio, más bien, ellos no consideraban que el caso era COVID-19 y ante nuestra insistencia, me parece fue el 25 de febrero 2020, ellos accedieron a hacer la toma de la muestra, en esa fecha no había exámenes disponibles de laboratorio en Ecuador...

Y un 26 se recibe el resultado confirmatorio..., donde la paciente tenía COVID-19. Y la paciente fue transferida a un hospital estatal como dispuso el ministerio, cuenta Raúl Alcívar González, director general del Hospital Alcívar. A este centro llegó la paciente cero el 22 de febrero luego de haber pasado por un médico particular y de estar hospitalizada en el IESS de Babahoyo, el 19 y 20 de febrero, según lo que se supo luego por los familiares.

El personal médico nuestro sospechó que era un caso sospechoso de COVID-19, lo manejó con la bioseguridad y los protocolos que al momento eran aplicables de acuerdo a lo que estaba a nivel internacional, eso se evidenció en el transcurso de la siguiente semana en la que tuvimos personal en cuarentena dispuesto por el MSP y no tuvimos personal contagiado con COVID-19, destaca Alcívar. (I)

Washington Alemán: Medidas en clínica evitaron contagios

“El primer caso que atendimos (COVID-19 que se confirmó después) en el hospital Alcívar fue un caso con una neumonía que sospechábamos (al inicio) que era una influenza. En esa época todavía no teníamos lo que se llama el nexo epidemiológico de esta paciente que había llegado de Madrid, España.

Desgraciadamente, la demora en realizarle las pruebas diagnósticas (que solo las hacía el MSP) cuando ya se comenzó a sospechar de COVID-19, también el retardo hizo que demore más de diez días en poder tener un diagnóstico.

Por suerte, las medidas de bioseguridad que se tomaron en ese momento fueron las adecuadas, ya que era un hospital privado, y podemos decir que nadie se contagió de los trabajadores de la salud ni de los médicos, porque las medidas de bioseguridad no se hacen de acuerdo a las etiologías, se hacen de acuerdo a las características de los pacientes. Yo no hago bioseguridad porque es COVID-19. Hago bioseguridad porque es un problema de vías respiratorias, independiente de cuál sea la causa. No se contagió ninguno de los trabajadores de la salud, ninguna de las enfermeras, médicos que atendieron a esta paciente en los días que estuvo internada en la clínica Alcívar”, expone Washington Alemán, especialista en enfermedades infecciosas, quien atendió también a la paciente cero.

“El hecho de saber que ninguno de los trabajadores de la salud que la atendieron se contagió, le hacen saber que las medidas de bioseguridad, cuando uno las aplica de manera adecuada, son efectivas”, agrega. (I)

José Vergara: Con el primer caso se inauguró la UCI-COVID-19 del hospital Guasmo Sur

“Nuestros colegas del Hospital-Clínica Alcívar nos confirmaron el diagnóstico de la paciente, ella ya estaba intubada en terapia intensiva y al transferirla al Guasmo sur se inauguró con ella la UCI-COVID-19 de forma oficial.

La medicación de la paciente índice consistió en antirretrovirales que se usaban para virus como el sida, se daba otro antiviral que se usó para el virus AH1N1 con la idea de que pueda ser efectivo, pero no fue así.

También se usó hidroxicloroquina, que se emplea para el tratamiento crónico de pacientes con artritis reumatoidea, y que al usarla con azitromicina empezaron, en conjunto, a tener efectos cardiovasculares por lo que se analizó su uso, se suspendió.

Ella desde que ingresó al hospital estuvo con insuficiencia respiratoria grave. Estuvo dos semana, se reponía, decaía, luego tuvo una complicación cardiovascular, que es la más temida, la embolia de pulmón, y falleció. Ahora se ha evolucionado en la medicación, ya no se complican tanto, ya empezamos a perderle el miedo a los pacientes con COVID-19”, expone.

El Municipio hablitó durante la pandemia el hospital Bicentenario. Hasta ahora sigue atendiendo casos de COVID-19. Foto: Carlos Barros

Cifras del año de pandemia

El primer caso de coronavirus en el país se reportó el 29 de febrero de 2020. Un año ha transcurrido desde aquel episodio y hasta ayer en el territorio nacional se registraron 284.347 contagios confirmados con pruebas de tipo PCR.

Y aunque este primer caso, importado, correspondió a Babahoyo, provincia de Los Ríos, esta jurisdicción no es necesariamente la de más casos en el país. Hasta ayer tuvo 7.381 contagios.

Pichincha lidera la lista de provincias con más incidencia del virus mortal, con 100.116 casos. le sigue Guayas, con 36.039.

En cuanto a la mortalidad, hasta ayer hubo 11.032 decesos confirmados por el virus y otros 4.747 probables. El total oficial de las muertes por COVID-19 llegaba a 15.779, según el MSP.

Pero expertos hablan de los subregistros, por eso hacen siempre comparaciones con las muertes en exceso que se han producido en este tiempo, que superan ampliamente los datos oficiales de los fallecidos a causa del virus en esta pandemia en Ecuador. (I)