Las calles de Otavalo están abandonadas y los negocios cerrados. Ya no hay carne, gas ni pan. Antes les permitían abrir unas horas en la mañana para que algo se movilizara, una tienda o panadería, pero ahora no pueden vender nada. Ni transitar. Los manifestantes están más agresivos. Encapuchados o con mascarillas, pinchan los neumáticos con palos que tienen clavos o puntas de varilla de hierro.