El monto de las pérdidas para el sector productivo nacional durante la cuarentena por el COVID-19 es uno de los pocos temas en los que los gremios privados y el Gobierno coinciden. Hasta ahora el lucro cesante se calcula en más de $12 500 millones.

Es que alrededor del 70 % del aparato productivo quedó paralizado con la pandemia, según cifras de la Federación de Cámaras de Comercio del Ecuador dadas el mes pasado.

El 30 % de empresas siguió produciendo en medio de la emergencia que les significó la ausencia de trabajadores, menos clientes, más medidas de seguridad. Así no se detuvo el envío de los tradicionales productos de exportación, como banano, cacao, camarón, pesca, enlatados, sintiendo también impacto económico.

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Según Felipe Ribadeneira, presidente de la Federación Ecuatoriana de Exportadores (Fedexpor), toda la oferta exportable se afectó por el debilitamiento de la demanda internacional y los problemas de reducción de capacidad operativa en las industrias.

Sin embargo, en términos comparativos, asegura que pese a que la oferta alimentaria del país tuvo un impacto negativo de desaceleración y caída de precios, hubo una mayor dinámica en los mercados internacionales como resultado de la naturaleza propia del confinamiento. En tanto que gran parte de los productos no tradicionales, como las maderas o las manufacturas, no lograron encontrar demanda.

Hasta marzo, según Fedexpor, las ventas no petroleras crecieron 18 %, teniendo preponderancia sobre las importaciones no petroleras que, en cambio, cayeron en 12 %.

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Algunos sectores les ponen comillas a esa cifra de crecimiento, como el camaronero, el segundo producto no petrolero más vendido, que reporta el peor crecimiento de los últimos ocho años.

José Antonio Camposano, presidente de la Cámara Nacional de Acuacultura, señala que pasaron de un crecimiento sostenido del 28 % por mes a un -2 % en marzo, 4 % en abril, y una pérdida de al menos $162 millones. Esto pese al incremento de 54 millones de libras exportadas de enero a abril, al sumar 483 millones en total que equivalen a $1223 millones, 13 % más de volumen y 8 % más en facturación versus igual periodo del 2019,

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En el caso de la pesca, el tercer producto en exportaciones, tuvo una caída de casi el 7,63 % de enero a marzo.

No dejó de producir, pero sí disminuyó su ritmo en casi la mitad durante la cuarentena, indica Bruno Leone, presidente de la Cámara Nacional de Pesquería. Comenta que la ausencia de trabajadores, las medidas de bioseguridad y el distanciamiento social dentro de los sitios de procesamiento afectaron la productividad de este sector.

Por ejemplo, las procesadoras de atún en Guayas, donde se genera alrededor del 50 % de la producción total, reportaron una reducción del 50 % al 60 % de su capacidad durante abril. En el caso de Manabí, donde el brote fue menor, hubo una reducción del 30 % en la capacidad de producción.

A diferencia del mercado internacional, el consumo dentro del país experimentó un crecimiento del 20 %, sobre todo durante las primeras semanas del aislamiento. En ese primer mes del confinamiento, por ejemplo, a nivel de supermercados se reportó que las ventas de pescados en conserva se dispararon al 137 %.

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Antes de esta pandemia mundial el sector exportador, comenta el presidente de Fedexpor, mantuvo una proyección de crecimiento anual que superaba los $2000 millones. Y ahora proyectan una caída del 10 % anual.

En los alimentos hubo ganadores y perdedores

La prioridad de las familias durante la cuarentena fue proveerse de alimentos, lo que se reflejó en la gran demanda que hubo en los autoservicios.

Sin embargo, para Christian Wahli, presidente de la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos y Bebidas, la producción –pese a no paralizarse por la emergencia– sí fue afectada por varios factores como las dificultades logísticas, las medidas de bioseguridad en las empresas empezando por el transporte de los trabajadores, además del distanciamiento obligado en la líneas de producción.

La demanda también fue impactada, agrega, por varias situaciones, como problemas económicos, escasos lugares de compra (deserción de las tiendas de barrio), toque de queda, circulación restringida y categoría de productos.

En la actividad comercial, el dirigente gremial manifiesta que dependió mucho de la categoría de productos en que se desenvuelve la industria.

“Hubo ganadores en categorías como conservas, pastas..., y perdedores que son más que nada productos de impulso (como caramelos, helados, etc.), cuya venta mayor era en la calle, allí las pérdidas se pueden cifrar en algunos casos de 80 %”, analiza.

La alta demanda de alimentos no equivale a más ganancias, pues explica que los productos de primera necesidad que más se buscaban “no son los de altos márgenes, y si en estas categorías hubo alta demanda, el rendimiento económico no ha sido inmenso”, finaliza Wahli.

Más demanda, préstamo e inversiones

Los supermercados no se paralizaron en la cuarentena, atendieron con restricciones y mostraron crecimiento. Los canales online y las herramientas tecnológicas tomaron protagonismo.

Corporación Favorita, propietaria de Supermaxi, Megamaxi, Aki y otros formatos, implementó el uso de Ufirst, una aplicación móvil que genera un turno virtual y permite conocer el estado de la fila de ingreso a los locales, explica Rubén Salazar, gerente corporativo de la empresa.

Durante la emergencia sanitaria, el grupo realizó contrataciones para cubrir vacantes disponibles y así garantizar el servicio. Corporación El Rosado, la segunda cadena de supermercados, realizó inversiones en este periodo y abrió un Comisariato y Ferrisariato en el norte.

Mientras, Tía vio crecimientos en el canal online. Juan Daniel Guadamud, gerente de Operaciones de Tía, asegura que desde el inicio de la emergencia la plataforma tia.com.ec creció 1000 % en transacciones y 600 % a nivel de ingresos. La firma recibió en mayo un préstamo de $40 millones por parte del BID Invest, miembro del Grupo BID. (I)