Decidir quién vive o muere, no tener los elementos de bioseguridad básicos, no poder salvar el número de vidas deseado, ver a colegas morir y el temor a contagiarse son algunas de las situaciones que está viviendo el personal de salud en el mundo al enfrentar al COVID-19.

Estas experiencias están causando trastornos psicológicos desde leves hasta graves a nuestros héroes de blanco. Son tan fuertes estas presiones que hay médicos y enfermeras que se han suicidado al verse impotentes ante la muerte de los contagiados.

Un estudio realizado por universidades chinas y estadounidenses, y que fue publicado por la editorial Elsevier, analizó la salud mental del personal médico y de enfermería en Wuhan, China, primer epicentro de la pandemia.

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La investigación determinó que el 36,9 % del total del personal estudiado (994 individuos) tuvo trastornos de salud mental por debajo del umbral marcado para el estudio, el 34,4% padeció trastornos leves, el 22,4% presentó alteraciones moderadas y el 6,2 % tenía alteraciones graves inmediatamente después de la epidemia.

En Italia varios médicos y enfermeras se suicidaron debido a la presión que les generó atender casos de COVID-19. Foto: Archivo

Aunque en Ecuador, por ahora, no hay un estudio parecido, Daniela Ziritt, psicóloga y docente de la Universidad San Francisco de Quito, considera que el personal médico del país está padeciendo de una presión psicológica y emocional fuerte y sin medios para aliviarla.

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Parte de nuestros doctores, enfermeras, los conductores de ambulancias, los que dan primeros auxilios, bomberos o los que levantan cadáveres no cuentan con recursos para poder tener una estabilidad emocional, incluso la estabilidad laboral necesaria”, indica.

La especialista señala que el personal médico está constantemente expuesto al miedo de contagiarse que todo individuo siente, pero con la diferencia de que ellos tratan directamente con las personas infectadas: “Tienen una probabilidad de contagiarse y de morir mucho más alta que otras personas. Y esto se intensifica al saber que no cuentan con los recursos de protección necesarios y para tratar a los enfermos. Esto eleva el nivel de angustia y de estrés del personal médico”.

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Según cifras oficiales, en el país, hasta el momento, han fallecido diez doctores debido al COVID-19 y unas 1600 personas, entre médicos, enfermeras, administrativos, tecnólogos, están contagiadas o con sospecha de contagio.

Un grupo de enfermeras ecuatorianas publicaron un video donde se denunciaba la falta de insumos y el contagio de COVID-19 entre el personal médico. Foto: Archivo

A esta presión se suma el aislamiento que deben realizar los especialistas para no contagiar a sus familias o amigos.

Desde inicio de marzo alquilo una casa y me alejé de mi mamá. Compré alimentos enlatados. No puedo mantener contacto con las personas que me alquilaron el lugar o ir a una tienda. No tengo vehículo y camino dos kilómetros de ida y dos de vuelta para ir al hospital y evito contacto con otras personas”, dice una doctora de una casa de salud en Machala, en la provincia de El Oro.

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Explica que donde labora mantienen la distancia de un metro entre los colaboradores, limpian superficies a cada momento: “Terminas tu guardia y luego piensas que en el trayecto a casa te puedes contagiar. Debes casi que desnudarte en la puerta y lavar todo eso. Todo el mundo te mira como si fueras fuente de contagio. Hay enfermeras a las que les han pedido las casas que alquilan porque piensan que les contagiarán el coronavirus. Nos dicen que somos héroes, pero en la realidad pasan estas cosas”.

En países como China se aperturaron hospedajes especiales para que los médicos tengan la seguridad de que no infectarían a sus familias.

La doctora añade que para ella aislarse de sus seres queridos ha sido menos difícil, ya que no tiene hijos, pero, afirma, hay situaciones dramáticas que vive el personal de salud.

¿Qué pasa, y hay muchos casos, cuando un médico tiene de esposa a una enfermera y ambos están en la primera línea y tienen hijos? Si mueren los dos dejarán en orfandad a sus hijos. ¿Quién nos está cuidando? Nadie”, reprocha.

Comunicar la muerte de los pacientes a sus familiares también genera impacto emocional en los doctores. Foto: Archivo

Otra de las patologías que puede desarrollar el personal de salud por las situaciones derivadas de una pandemia es el síndrome de Burnout (quemado, fundido), dice Fernando Cornejo, director de posgrado de Psiquiatría de la Universidad Tecnológica Equinoccial.

Es un estado de agotamiento físico, emocional o mental que tiene consecuencias en la autoestima y está caracterizado por un proceso paulatino por el cual las personas pierden interés en sus tareas, el sentido de responsabilidad y pueden llegar a profundas depresiones.

Cornejo señala que este síndrome se genera por la excesiva carga laboral y el estrés que genera lo agresivo de la pandemia, sumado a la falta de insumos y medicamentos.

Debe haber el suficiente personal para que se puedan dar reemplazos, para que las guardias no sean prolongadas, para que los médicos no asuman más tareas, especialmente en el sector público”, afirma.

En la salud pública del país hay déficit de especialistas. El Gobierno ha anunciado la contratación de doctores para luchar contra el virus. Además, se registran casos de personal médico que está aislado por estar contagiado, que ha solicitado vacaciones y no regresó o que renunció.

Las dimisiones, según Cornejo, se entienden ya que los médicos y enfermeras saben que están en una “guerra, pero sin armas”.

El personal de salud puede desarrollar el síndrome de Burnout.

Es terrible. Yo ya no quiero ver ni noticias ni redes sociales. Apenas abro una red y me entero de que se murió un colega. Es triste. Estoy en realidad muy deprimido. Con miedo de morir”, dice un doctor contagiado de COVID-19 que pide la reserva de su nombre porque dice que sus vecinos hoy ven como un delito que sea médico, “peor si saben que no sale porque tiene el virus”.

Añade que por la falta de insumos, junto con sus colegas de un hospital compraron 1000 mascarillas N95. “Pero hasta la fecha nos entregan. Creo que nos estafaron”. .

Muchos de ellos (personal médico) deben de estar al borde de tener ataques de pánico, ansiedad, síntomas de depresión o estrés postraumático”. Daniela Ziritt, psicóloga

Una especialista que brinda sus servicios en una casa de salud pública en el sur de Quito afirma que es doloroso ver que pacientes fallecen en las salas de emergencia.

Estamos tan afectados emocionalmente que no podemos conciliar bien el sueño. No nos sentimos protegidos. Tengo temor de tratar pacientes con el virus. No veo noticias porque eso afecta mi salud mental”. Ella junto con sus compañeros también han comprado insumos de protección “porque no dan o es escaso”. “Sin embargo, sabemos que Ecuador nos necesita”, señala.

Para garantizar la salud mental de sus profesionales los hospitales deben tener un departamento de psicología, reclama Ziritt.

Municipio de Guayaquil brinda apoyo psicológico por teléfono

Ayudar a la ciudadanía a superar las condiciones de aislamiento social y al personal que está en la primera línea de batalla contra el COVID-19 es el principal objetivo del servicio gratuito de telepsicología que habilitó, desde hace tres semanas, el Municipio de Guayaquil a través del número 04-372-7830.

Noventa profesionales de la Asociación Ecuatoriana de Psicólogos prestan sus servicios en esta línea. Varios de estos profesionales brindaron su ayuda luego del terremoto del 2016, cuyo epicentro fue Manabí, y son especialistas en manejo de crisis.

Los usuarios que requieran atención psicológica se contactan con esta línea y el operador verifica cuál es el especialista que está de turno disponible y pasa la llamada”, dice Úrsula Strenge, concejala de Guayaquil.

Se busca promover el autocuidado, la capacidad de adaptarse a dificultades, manejo de duelo y ansiedad. El servicio está activo de lunes a domingo, de 08:00 a 20:00.

El apoyo emocional en este momento de crisis es importante, ya que es natural experimentar en estos momentos estrés, ansiedad, miedo y esto provoca que nuestro sistema inmune se deprima. Ahora necesitamos una comunidad fuerte que podría enfermarse (de COVID-19), pero que su cuerpo y su mente estén lo suficientemente saludables para confrontar la situación”, dice Strenge.

Hasta el 6 de abril, 198 personas fueron atendidas en esta modalidad de psicología, según Strenge. La funcionaria señala que este servicio está abierto también para el personal que labora en los hospitales y tratan directamente con pacientes positivos de COVID-19.

Además, lo pueden utilizar personal de la Policía Metropolitana, Agencia Nacional de Tránsito, Policía Nacional. Es para todos y para todo el país. Pueden llamar quienes tengan la necesidad de un soporte emocional”, añade.

Aunque para el personal médico, afirma Strenge, el Municipio está diseñando una estrategia para que “nuestros cuidadores estén cuidados”: “Ellos necesitan apoyo emocional, antes de los cambios de guardia. En los próximos días presentaremos la planificación que la estamos haciendo con un equipo técnico de la Dirección de Gestión de Riesgos para todos los que están en la primera línea de batalla en esta emergencia”.

Los profesionales de salud mental también ayudan a las familias con el manejo del duelo, ya que en Ecuador se acostumbra a inhumar a los seres queridos fallecidos y misas de cuerpo presente, pero que por la emergencia no se pueden realizar. Prescriben ejercicios emocionales.

Para Daniela Ziritt, psicóloga de la Universidad San Francisco de Quito, también es importante que se apoye mentalmente para que las personas no se desesperen al momento de estar aisladas socialmente.
Hay que comunicarle a la ciudadanía que el mensaje de quedarse en casa no solo evitará un posible contagio o muertes, sino que se está ayudando al personal médico en los hospitales, dice.

En nuestro país hay realidades sociales muy diversas y no todas las personas tienen la facilidad de quedarse en casa, pero tener esta distancia social, con las condiciones que tengamos, es lo que permitirá un mejor control de la pandemia. Lo que causa un alto número de muertes es que también nuestro país no tiene los recursos sanitarios y de personal médico para atender a un gran número de contagiados”, afirma.

Añade que el mensaje debe ser: “Si yo me cuido y cuido a mis familiares, permitiré al país salvar más vidas”. (I)