Aunque representa una pequeña porción (6078 hectáreas) del mermado bosque seco tropical de la Costa ecuatoriana, Cerro Blanco es el hogar de 221 especies de aves, 54 de mamíferos, 8 de anfibios y 12 de reptiles. Además, hay más de 700 especies de plantas vasculares, el 20 % de ellas son endémicas del sudoeste del Ecuador.

Sin embargo, parte de esta riqueza de flora y fauna será afectada con la construcción de una carretera que conectará con el nuevo aeropuerto de Guayaquil, en Daular, afirma Daniel Arias, guía nacional de turismo e integrante del colectivo de observadores de aves Pajareando Ando.

El experto cuestiona las declaraciones de Nicolás Romero, gerente de la Autoridad Aeroportuaria de Guayaquil, en un reportaje publicado por este Diario el 24 de febrero pasado.

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El funcionario aseguró que los ambientalistas no “deben preocuparse”, porque en la zona de Cerro Blanco por donde pasaría parte de la carretera “ya no existen animales... aquí ya no hay flora, no hay fauna”.

Se nota que las personas que hicieron el levantamiento de la información no han pisado el bosque. Decir que allí ya no hay flora ni fauna confirma que no han estado allí. Cerro Blanco es una de las primeras áreas de conservación internacional para las aves”, señala Arias.

Loro Amazona lilacina necesita de los manglares para descansar en las noches y los bosques secos como Cerro Blanco, a los que vuela cada día, para alimentarse. Foto: Archivo

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En 1998, debido a los recursos y protección que otorga esta zona a los pájaros, la organización Aves Conservación (Bird Life) otorgó a Cerro Blanco la categoría de área de importancia para la conservación de aves.

En el área protegida viven y se alimentan aves que están en peligro crítico de extinción, como el papagayo de Guayaquil, el loro Amazona lilacina o el gavilán dorsigrís.

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El primero se alimenta del fruto que dan los árboles pijío, que pueden alcanzar 30 metros de altura y que también se encuentran en Cerro Blanco, y cuyo estado de conservación es crítico. Además, sus largos troncos al igual que el de los ceibos sirven como sitios de anidación.

En cambio, el loro Amazona lilacina acude al área protegida para alimentarse en las mañanas y en las tardes regresa al manglar para descansar.

También se considera a Cerro Blanco como una de las primeras áreas de importancia para la conservación de murciélagos, 21 especies de estos animales habitan allí.

Entre los mamíferos registrados están los monos aulladores y saínos. Además, seis especies de felinos, entre ellos, el jaguar (Panthera onca).

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Monos aulladores que habitan en Cerro Blanco se alimentan principalmente de hojas pero puede consumir ciertos frutos, flores y néctar. Foto: Fundación Pro Bosque

Además, según Arias, todavía se siguen descubriendo nuevas especies en este sector. Es el caso de un tipo de guayabillo que no estaba descrito para la ciencia. Los servicios ambientales que brinda esta zona ecológica también benefician a los humanos a través de la purificación del aire, fuentes de agua o captación de carbono.

Cuando nos dicen que allí no hay nada y demostramos nuevas especies... esto pone en evidencia el total desconocimiento de las autoridades sobre el patrimonio que tenemos”, dice Arias.

Organizaciones que trabajan con la fauna silvestre en Guayaquil emitieron comunicados solicitando la protección de lo que llamaron el “Yasuní guayaquileño”.

Proyecto Sacha, institución que atiende y rehabilita a animales atropellados en las carreteras cercanas a la urbe, indica que el desarrollo urbano debe planificarse pensando en el impacto que se pueda generar a la flora y fauna: “Los árboles son los pulmones de nuestra ciudad, tenemos un bosque tan pequeño y tan importante que proteger”.

La mayoría de especies no se mantienen en un sitio específico dentro de Cerro Blanco, por eso, según Arias, sí habrá afectación: “Sabemos que la carretera es necesaria, pero se debe buscar el menor impacto posible y si hay impacto debemos solventar con corredores ambientales para no perder conectividad”.

Ciclistas afirman que no ‘dañan’ Cerro Blanco

Las declaraciones del gerente de la Autoridad Aeroportuaria de Guayaquil, Nicolás Romero, sobre que un grupo de ciclistas habría construido senderos dentro de Cerro Blanco sin permiso y que el ruido causado por los deportistas ahuyentó, supuestamente, a los animales silvestres generaron polémica.

Masa Crítica Guayaquil, un colectivo de ciclistas, publicó un comunicado asegurando que ellos “no causan daño” en el área natural y que las declaraciones del funcionario “dejan clara la falta de conocimiento del entorno de la ciudad para la que trabaja”.

------ No es cierto que por la presencia de quienes pedalean en esa área protegida, disminuya la gran variedad de flora y fauna en Cerro Blanco ► https://t.co/CSbLcBwC7j #Guayaquil pic.twitter.com/a9mHPQYitL

Además, la organización señaló que se busca distraer a la ciudadanía con esta acusación para aplicar “una acción que sí pondría en peligro dicho hábitat como es la construcción de una autopista y los túneles que se pretende instaurar para darle más facilidades al automotor, dejando de lado a los medios de transporte no contaminantes”.

El ministro del Ambiente, Raúl Ledesma, afirma que formalmente no ha recibido una denuncia por parte de la Fundación Pro Bosque, que administra Cerro Blanco, sobre senderos no autorizados.

De hecho, he hablado con la directora de la fundación y no está de acuerdo con las declaraciones del señor (Nicolás) Romero y se lo han hecho saber a él”, señala.

Sobre los estudios realizados por Autoridad Aeroportuaria en los predios de Cerro Blanco para la viabilidad de una carretera que conecte al nuevo aeropuerto de Guayaquil, el secretario de Estado indica que el Ministerio del Ambiente solo otorgó “un certificado para realizar un estudio de prefactibilidad sobre la base de una carretera, de un camino. No implica hacer absolutamente nada que no esté permitido dentro del plan de manejo (de Pro Bosque)”.

Asegura que se debe buscar una alternativa para la construcción de la carretera sin dañar “el pulmón que le queda a Guayaquil”. (I)