La Evaluación de la Estrategia Nacional de Inmunizaciones del  Ministerio de Salud Pública (MSP) con el aval de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) indica que “las coberturas de vacunación en Ecuador sufren un descenso paulatino desde el 2013”.  La publicación incluye ejemplos como la aplicación de la tercera dosis que previene la  difteria, tétanos y  tosferina (DPT) que cubrió  al 82 % del grupo poblacional objetivo en el 2016

Si bien hay coberturas de vacunación en menores de edad que han mejorado hasta el 2018,  estas no superan el 90 %. 

La que es para evitar la transmisión vertical (de la madre al bebé) de la hepatitis B, que se coloca dentro de las primeras 24 horas de nacido, llegó al 70 % el año pasado (ver cuadros). 

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Una situación  particular es la vacuna SRP que previene el sarampión, rubéola y paperas. La cobertura de la primera dosis que se coloca a los 12 meses de edad bajó al 83 % del total de personas de un año y la segunda, que se aplica seis meses después, al 74 % en 2018. 

La cobertura de la primera dosis de SRP en el 2010 abarcó al 93 %.

Tamara Rosales, especialista en infectología pediátrica del laboratorio GSK, indica que hay umbrales establecidos según el nivel de contagio de las enfermedades que se pueden prevenir con vacunas, conocidas como inmunoprevenibles. “Sería como el límite mínimo de cobertura vacunal que debemos tener. Son rangos porque es difícil tener una cobertura exacta,  pero en el caso de las muy contagiosas como sarampión y tosferina este debe estar entre el 90 % y el 95 %  para prevenir potenciales brotes”.

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A ello se suma la  efectividad, dice María Gabriela Graña, directora médica de Vacunas de  GSK en Perú, Ecuador y Chile. “Queda un grupo de  vacunados susceptible, es por eso que siempre en sarampión se recomiendan dos dosis en toda la vida...   Y si  se pone una tercera no pasa nada”, refiere.  

Entre las causas de la reducción del número de dosis aplicadas de  las vacunas están, dice el estudio,  la eliminación de  competencias  del programa ampliado de inmunizaciones (PAI) y  la disminución del personal. El documento indica  que hubo desabastecimientos temporales de las dosis en  2014 y 2015 y  menos  presupuesto. 

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En los centros de salud del país se colocan las vacunas del esquema nacional de vacunación. Foto: Ángel Aguirre 

Lo  asignado para inmunizaciones tiene recortes desde que en 2014 se asignaron $69 millones. Este año bordea los $50 millones, según  Yajaira Vásquez, gerenta institucional del PAI. 

El balance general de la funcionaria es positivo, porque el resultado final es que hay  menos niños hospitalizados y casos de mortalidad debido a las enfermedades  inmunoprevenibles”. Vásquez afirma que cada año que pasa se desajusta  más la proyección poblacional realizada  en  base al censo del 2010, indicador que se usa para el cálculo  de las coberturas. El último caso de sarampión autóctono fue en 1996, de rubéola en 2004 y de poliomielitis en 1990.

Pero la incidencia de ciertas dolencias inmunoprevenibles evidencia al menos que no se colocan  las dosis completas. Desde enero hasta el 15 de septiembre últimos se registran 10 529 casos de varicela, 2227 de papera, 234 de hepatitis B,  56 de tosferina, 13 de tétanos y 7 de meningitis meningocócica que incluye a un bebé de 4 meses de edad.   

La vacuna para prevenir esta última no es parte del esquema nacional y solo se aplica para contener brotes. La infectóloga Joyce  Andrade señala que hay un 50 % de probabilidad que deje secuelas cognitivas  y físicas. “Hace más de diez años hubo una niña de seis meses en el hospital del Niño Roberto Gilbert de Guayaquil a la que se le amputaron  ambas piernas debido a esta enfermedad”.

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La que sí está dentro de las 19 dosis biológicas que adquiere el país cada año a través de un convenio con la OPS es la del neumococo, que previene los problemas respiratorios en los menores de un año.     

Un estudio que  compara la frecuencia de enfermedad neumocócica antes y después de la introducción de la vacunación contra esta bacteria en Chile, Brasil y Ecuador señala una reducción en la mortalidad y frecuencia de hospitalizaciones por neumonía y meningitis.

La mortalidad por enfermedad neumocócica se ha reducido un 50 %, es  más difícil medir la eficacia debido a que las estadísticas reportan las enfermedades respiratorias de forma conjunta sin diagnóstico específico”, asegura Rosales.

El problema es que una parte de la población no cumple con los esquemas completos en los casos que se requiere reforzar con más de una dosis.  “Si bien las vacunas son dirigidas para evitar mortalidad, estas tienen componentes, por lo que si no se aplican las dos dosis lamentablemente vamos a tener casos”, reconoce Vásquez. En la  varicela hay el riesgo de adquirirla, pero la enfermedad es más leve en el  vacunado. 

Entre  2011 y 2012 hubo un brote de sarampión con  329 casos. El contagio empezó con un caso importado en  las parroquias Quisapincha y Atahualpa, en Tungurahua, que tienen población mayoritariamente indígena. “En esas comunidades sí hemos tenido un poco de rechazo más por un tema de creencias, de religión”, asegura. 

El  brote del 2011 se dio cuando la cobertura  contra la SRP llegó al 79 % ese año y recién en 2012 subió al 92 %, según las cifras oficiales del MSP. (I)