(Actualizado a las 16:50)

Los indígenas de la etnia Waorani, de la amazonia ecuatoriana, obtuvieron este viernes una victoria judicial frente al Estado, lo que evitará temporalmente que en adelante se cumplan actividades petrolíferas en su territorio ancestral de la amazonia.

La jueza de la Corte Provincial de la provincia de Pastaza Pilar Araujo sentenció que ese tribunal “determina que existe la vulneración al derecho constitucional a la consulta previa, libre e informada por lo que acepta la acción de protección para las comunidades pertenecientes a la nacionalidad Waorani de Pastaza”.

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Ello impide una eventual explotación de crudo mientras el proceso escala a otras instancias judiciales superiores.

La demanda fue presentada por unas 16 comunidades Waorani, que adujeron que fueron engañados en 2012 por un grupo de técnicos que les dieron regalos, comida, les ofrecieron salud, educación y otros beneficios, aunque no sin aclarar que era a cambio de la autorización para explotar petróleo en sus territorios.

Tras ello demandaron a los Ministerios de Energía y Recursos Naturales No Renovables, así como al de Ambiente, a los que acusaron de vulnerar sus derechos ancestrales.

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Los abogados del Estado anunciaron que apelarán esta sentencia de primera instancia, obtenida en un tribunal de justicia de la ciudad de Puyo.

La abogada de los demandantes María Espinosa dijo a The Associated Press que “el pueblo Waorani tiene derecho a ser consultado, a consentir lo que se haga o no en su territorio y a gobernar su territorio en función de su autodeterminación”.

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En el territorio ancestral de esos indígenas, que está en disputa y que tiene una extensión de 180.000 hectáreas, no se está explotando petróleo y tampoco hay convocatorias para licitar una eventual explotación.

Uno de los demandantes, el anciano Waorani, Memo Yahuiga Ahua Api, ante la Corte Provincial de Pastaza, argumentó que “mis antepasados defendían la selva con lanza, cuando entraban invasores, mis antepasados mataban con lanza. Yo he venido con palabra”.

Añadió que en 2012 el gobierno (de Rafael Correa) vino muy poco tiempo a la selva para ofrecernos salud, educación, viviendas, pero “nunca sabíamos que querían explotar petróleo. Nuestro territorio está sano, no hay contaminación. Nosotros, Pikenanis (sabios waorani), nunca vamos a vender nuestro territorio a las petroleras. Queremos vivir bien en nuestro territorio”.

Los Waorani, cuyos integrantes usan tocados de plumas y muchos de ellos aún usan taparrabos, son un pueblo originario de la amazonia, cuenta con cerca de 5.000 personas y aún viven de la caza, pesca y recolección de frutos.

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El petróleo, cuya explotación empezó en 1970, es el principal producto de exportación de Ecuador y suministra a las arcas fiscales alrededor del 30 % del total de los ingresos, pero con frecuencia las comunidades que viven cerca de los yacimientos pozos se quejan de contaminación y problemas de salud generados por esta actividad.

FALLO HISTÓRICO A FAVOR DEL PUEBLO WAORANI! Juez dictaminó sentencia a favor del pueblo @WaoResistencia reconociendo la vulneración del derecho a la consulta previa libre e informada y a la autodeterminación . #ResistenciaWaorani https://t.co/cpEHQvzXe7 pic.twitter.com/bt2h3v4Igm

En una carta emitida por las comunidades waorani al Gobierno Nacional el pasado 19 de mayo, se expuso: "la explotación petrolera es lo que da vida a las ciudades del mundo, pero en nuestro territorio la explotación petrolera destruye todo lo que a nosotros nos importa. Hemos visto la destrucción que el petróleo causa en el bosque. Nuestros hermanos indígenas, que viven río abajo del petróleo, nos han contado historias: cómo sus hijos han enfermado por la contaminación del agua y cómo la contaminación ha dañado la pesca y desparecido los animales de monte. Con el petróleo, el idioma, la cultura, todo puede desaparecer en una sola generación.

"Nuestro territorio nos da vida. No permitiremos que la explotación petrolera contamine nuestras quebradas y sitios de pesca. No permitiremos que pongan cables de sísmica con dinamita en nuestras áreas de cacería. No dejaremos que construyan plataformas, oleoductos o carreteras. No reconocemos que el Gobierno le llame Bloque 22. Nuestro territorio ancestral no es un bloque petrolero. Es nuestra vida", añadieron en la misiva.

El 27 de febrero pasado, las comunidades waorani presentaron junto a la Defensoría del Pueblo una demanda para salvar su territorio ancestral de la extracción de recursos naturales y establecer un precedente para que otras nacionalidades indígenas puedan hacer lo mismo.

En un sitio web que recoge sus demandas, las comunidad waoranis recordaron que en 2018 el Ministerio de Hidrocarburos "anunció una ronda petrolera de 16 nuevas concesiones abarcando casi tres millones de hectáreas de bosque primario sin carreteras en los territorios titulados de las nacionalidades shuar, achuar, kichwa, waorani, shiwiar, andoa y sápara. La región dispone de los niveles más elevados de biodiversidad de todo el planeta".

La lucha de los guerreros wao contra las petroleras en la Amazonía

Las lanzas y los dardos envenenados están a la mano, siempre listos contra los invasores. Pero esta vez los indígenas waorani de Ecuador, que se asientan en la selva amazónica, luchan para que los jueces "kowori" (extraños) sean los que impidan el temido desembarque de las petroleras.

Cazadores por tradición, los waorani (o huaorani) se ven a sí mismos como guardianes del bosque. Como pueblo guerrero han hecho valer sus armas ancestrales en la defensa de sus códigos de honor, pero sobre todo del territorio apenas explorado que habitan en la Amazonía.

"¿Quieres que petroleras entren a matar la selva, a acabar con territorio limpio, con agua limpia?".

Con la ayuda de una intérprete, Debanca, una dirigente que lleva penacho de plumas y el rostro pintado de rojo, replica con estas preguntas a un equipo periodístico que llegó hasta la remota aldea de Nemompare.

Allí, medio centenar de waos vive en chozas de palma de monte y casas de madera a orillas del río Curaray. En su mayoría van semidesnudos entre el verde y la sombra de árboles gigantes que dominan el entorno. Otros visten pantalón corto y camiseta.

Su asentamiento está a 40 minutos en avioneta de Shell, el poblado que adoptó el nombre de la multinacional europea que operó en la provincia de Pastaza y es símbolo de la penetración de la actividad petrolera en la Amazonía.

Con el apoyo de otros wao, los indígenas de Nemompare y alrededores acudieron a la justicia para impedir el ingreso de las petroleras.

Y aunque el petróleo mueve a la economía ecuatoriana desde 1970, la explotación deja una huella de destrucción todavía visible en la selva: fuentes de agua contaminadas, pozos de residuos ennegrecidos y obras que ahuyentaron a la fauna.

Y, quizá lo más paradójico, sumió a los pobladores originarios en la pobreza.

El waorani, Tiri Nenquimo, construye una casa tradicional en el pueblo de Nemompare, a orillas del río Curaray, en la provincia de Pastaza. Foto: AFP.

Hasta con la vida

En Nemompare los wao almacenan el agua lluvia en enormes tanques para su consumo, se surten de energía con paneles solares y duermen en hamacas.

Si bien aprendieron a escribir con los 'kowori', no usan papel: se aferran al wao terere, su lengua, para sobrevivir.

Sentada cerca de la lumbre, en el centro de una choza, Wiña Omaca ilustra los ánimos de resistencia de su pueblo. "No solo 'tapaa' (lanza), están listas 'campa' y 'aweka' (machete y hacha)".

Aunque nadie se anticipa a hablar de guerra, los wao podrían convertir su casa en un territorio hostil para las petroleras.

"Que quede claro: defendemos nuestra selva, nuestra cultura y nuestro derecho con nuestra vida", señala en español Nemonte Nenquimo, presidenta del Consejo Waorani de Pastaza (Conconawep) e impulsora de la demanda.

Con unos 4.800 miembros, los waorani son dueños de unas 800.000 hectáreas de selva en Pastaza, Napo y Orellana, una pequeña parte de la cuenca amazónica ecuatoriana. La ley reconoce la jurisdicción indígena, pero mantiene la potestad del Estado sobre el subsuelo.

Hace un mes, Conconawep presentó una demanda para que se excluya parte del territorio wao de una futura licitación. Para ellos están en juego 180.000 hectáreas que representan menos del 1% de la superficie de Ecuador.

El gobierno asegura tener luz verde para llamar a las petroleras gracias a una consulta realizada en 2012. Sin embargo, a través de su intérprete, los indígenas hacen saber que funcionarios llegaron entonces en avioneta y obtuvieron el aval con engaños, comida y refrescos.

Más víctimas que guerreros

El indígena Tiri Nenquimo usa una cerbatana cerca de la aldea de Nemompare, a orillas del río Curaray, en la provincia de Pastaza. Foto: APF.

Por ahora la lucha está en los tribunales, pero la historia de los wao está atravesada por episodios violentos que hacen temer su reacción.

Por ejemplo, sus dos clanes nómadas, los taromenane y tagaeri, en aislamiento voluntario, se han enfrentado a muerte en lo más profundo de la selva.

"No han tenido una relación amistosa", según Miguel Ángel Cabodevilla, autor del libro "Los Huaorani en la historia de los pueblos del Oriente".

En 2013 los wao que están en contacto con el exterior tomaron venganza de los taromenane por la muerte de dos ancianos. Hubo entre 20 y 30 fallecidos, según los dirigentes nativos. Las autoridades reconocieron la matanza, pero nunca accedieron a los cuerpos.

También han lanceado a los madereros que los han atacado a bala e invadido sus tierras. Pero la "violencia principal la han ejercido contra ellos, casi desde siempre, y con mayor agresividad", enfatiza Cabodevilla, quien durante tres décadas compartió con los nativos.

"Se les ha arrebatado sus tierras, se les ha perseguido y dado muerte, se les ha esclavizado, y ahora se disfruta de sus pertenencias en el subsuelo sin ninguna compensación adecuada", dice.

De ahí que muchos wao exuden desconfianza tras años de maltrato y manipulación de gobiernos, petroleros, caucheros y madereros, que además derivaron en rencillas y divisiones internas.

Peke Tokare, un 'pekenani' (anciano sabio) que tiene los lóbulos de las orejas ensanchados por discos de madera, apunta con sus dedos al estampado de su camiseta para resumir la consigna waorani: "Monito ome goronte enamai", que significa "nuestro territorio no se vende". (I)