Utilizar los desechos que genera la industria camaronera para purificar aguas residuales a un bajo costo es posible en Ecuador. Un proyecto, que se inició en las aulas de clase, propone convertir la cáscara de camarón en una alternativa sostenible, sustentable y amigable con el medioambiente.

La iniciativa es de María Fernanda Morales, estudiante de Ingeniería Ambiental de la Universidad de las Américas (UDLA), en Quito. Ella comenta que la idea surgió para su tesis: “Investigamos y aproximadamente de seis a ocho toneladas de cáscara de camarón se desechan al año en Ecuador y no se aprovechan”.

Los residuos del crustáceo tienen una sustancia llamada quitina que entre sus propiedades estaría la absorción de metales pesados, como  mercurio, níquel, cromo, plomo y cobre.

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La estudiante universitaria, María Fernanda Morales, investiga el uso de la cáscara de camarón. Foto: Cortesía Liliana Tapia. 

El proceso se inicia con el lavado, secado y triturado de la cáscara hasta que quedan pequeñas hojuelas que luego se ubican dentro de un filtro tipo tubería, cuyo tamaño dependerá del caudal a tratar.

Luego, el agua contaminada es enviada por el filtro que al instante absorbe los residuos.

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Morales realizó un estudio en el que tomó una muestra de agua residual de una curtiembre (lugar que convierte las pieles de los animales en cuero) en la ciudad de Ambato. Escogió esta industria debido a la cantidad de cromo que utiliza para procesar el cuero y confeccionar textiles o calzado.

“Hemos llegado a remover hasta un 90% del contaminante en aguas utilizadas para curtir pieles”, afirma Daniel Hidalgo, docente de la UDLA.

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Esta muestra presentaba cuatro gramos de cromo por litro de agua. Este tipo de metal tiene un gran impacto en personas que se exponen a él. Un alto nivel de cromo puede generar las patologías de Menkes, Wilson y silicosis.

Agua contaminada con cromo fue purificada con cáscaras de camarón. Foto: Liliana Tapia.  

“El agua puede reutilizarse para procesos industriales de varios sectores económicos del país e incluso mercados ahorrando agua y dinero. Además que se cuida el medioambiente”, señala Morales.

La estudiante sostiene que el proceso de filtrado del líquido no generaría mayores costos a los empresarios.

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“Para mi estudio me regalaban las cáscaras en restaurantes y los materiales para armar el filtro me costaron unos $ 40. La cáscara se bota, es un desecho que sería aprovechado, es lo interesante de la idea. Solo se necesita limpiar muy bien la cáscara con agua”, afirma.

El principal objetivo de la investigación, aparte de establecer la viabilidad de la utilización de la cáscara, es levantar datos para poder implementar un filtro a escala industrial.

“El tiempo de saturación del filtro (cuando la cáscara ya no tiene la capacidad de absorber más metales) en laboratorio ha sido de dos horas, pero a nivel industrial el tiempo de saturación será mayor porque se utilizarían más cantidades de cáscara en diferentes tipos de caudal. Con esto podemos reducir los metales que llegan a los ríos”, explica Hidalgo.

Morales sostiene que empezará a contactarse con empresarios para que inviertan en su idea: “No quiero que solo se quede en laboratorio, sino incursionar en las empresas más grandes no solo de curtiembre, sino en otras que generen un alto índice de contaminación en sus procesos de producción”.

Este sistema de filtrado también podría utilizarse para limpiar afluentes contaminados por los químicos de la minería informal o para tratar aguas residuales del sistema de alcantarillado de las ciudades. (I)