Servio Curipoma introduce una barra de siete metros dentro de un pequeño agujero que apenas se nota en un terreno forrado de pasto. Al sacarla sale embadurnada de residuos tóxicos de petróleo.

Metros más allá, solo hace falta un machete y retirar una escuálida vegetación para comprobar que el suelo no es más que petróleo solidificado.

Servio, habitante del poblado de San Carlos, en los alrededores del Campo Sacha que fue operado por décadas por el Consorcio CEPE-Texaco, asegura que le ha tocado vivir en esos terrenos por más de 20 años cerca de esta contaminación que incluso ha afectado la salud de sus padres (ambos murieron con cáncer).

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Cada día consume agua que obtiene cavando la tierra, la cual probablemente está contaminada.

Durante todo ese tiempo también ha apoyado la lucha del Frente de Defensa de la Amazonía en contra de Texaco Chevron. “Yo pido a la empresa que dañó, que remedie, nada más”, comenta.

Él se dio cuenta por casualidad de que su terreno tenía piscinas de petróleo de unas cinco hectáreas. Hizo una excavación con tractor y el líquido negro empezó a fluir. Asustado fue a Petroproducción porque pensó que había roto algún tubo.

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Sin embargo, los técnicos le indicaron que era parte de los pasivos ambientales que dejó Texaco y no podían hacer remediación alguna, ya que ese sitio estaba en litigio. Al lugar han acudido peritos, estudiantes, periodistas y ambientalistas a verificar la contaminación.

Sin embargo, el enfrentamiento legal que involucra a la empresa, las comunidades y hasta al Gobierno, mantiene en una especie de ‘limbo’ una posible limpieza de la zona.

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Justamente, el 30 de septiembre pasado se cumplieron 20 años de que Chevron-Texaco fuera liberada de toda responsabilidad de pasivos ambientales, a través de un acta firmada por Patricio Ribadeneira, exministro de Energía, y Ramiro Gordillo, exgerente de Petroecuador.

Se firmó el acta tras la terminación del consorcio CEPE-Texaco en 1990. Según Chevron Texaco, esa acta es la constancia de que sí cumplieron con sus tareas de remediación; y que el resto debía ser reparado por la parte estatal.

Al cabo de estos años, los 30.000 afectados lograron una histórica sentencia ratificada en dos instancias superiores, que condenan a Chevron al pago de $ 9.500 millones; entre tanto que la petrolera acaba de ganar un laudo arbitral que pide al Estado dejar insubsistente dicha sentencia e incluso podría pedir una millonaria indemnización...

Ninguna de estas acciones jurídicas cambia un hecho: hay al menos 3,5 millones de metros cúbicos de pasivos ambientales en Sucumbíos y Orellana, de los cuales 2,1 millones permanecen intocados, constituyendo un foco de contaminación.

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¿La razón? Chevron-Texaco considera que no le corresponde realizar dicha tarea, mientras que Amazonía Viva, brazo de remediación ambiental de Petroamazonas (que asumió los pasivos ambientales de Petroecuador), tampoco puede intervenir por pedido de la Procuraduría General del Estado.

Efectivamente, el 30 de enero de 2014, el procurador Diego García estableció que no se intervenga en una serie de puntos relacionados con el conflicto para que así sean preservados como evidencia, dentro de un proceso arbitral.

Dentro de esos puntos en discordia está el campo Aguarico 4. Aquí, el gobierno anterior invitó a estrellas de Hollywood para que constataran los daños ambientales.

Hace pocos días en ese mismo sitio, Wilmo Moreta, morador de La Primavera, explicó que esa piscina de la que se despiden olores nauseabundos, y en la que se pueden mirar los restos de petróleo, sirvió en la operación de CEPE-Texaco para la inyección de aguas de formación. La tecnología de cuello de ganso permitió la contaminación de riachuelos, esteros y fuentes hídricas.

Otro foco de contaminación visible es el bloque Shushufindi 61. Carmen Cartuche, presidenta del Frente, explica que esa es una piscina de crudo abierta que cuando llueve deja rodar flujos del combustible que continúan afectando a esa zona de Sucumbíos.

Nosotros en San Carlos, como Gobierno parroquial ayudamos con transporte para que la gente se haga quimioterapias. Aquí tenemos bastantes personas enfermas con cáncer”.Servio Curipoma, morador San Carlos

(I)