La corrupción es el peor enemigo de las democracias en las Américas, una región que en el último mes vio caer a un gobernante de derecha en Perú y encarcelar a un expresidente de izquierda en Brasil.

La Cumbre de las Américas, que se realiza hoy y mañana en Lima, tiene como principal tema “Gobernabilidad democrática frente a la corrupción”, por lo que busca establecer una mayor cooperación regional frente a un flagelo que no conoce ideologías e involucra por igual a empresarios privados y funcionarios públicos, afectando a los sectores más desfavorecidos de la población que ven postergadas obras de desarrollo en su beneficio.

La ironía de la cita es que el presidente anfitrión, Martín Vizcarra, llegó al poder el 23 de marzo, tras la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski, un exbanquero y liberal de derecha, quien mintió sobre negocios de sus empresas con la empresa brasileña Odebrecht. Vizcarra era su vicepresidente.

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Kuczynski se convirtió en el primer presidente en ejercicio en América en caer por el caso Odebrecht.

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“Sería un poco contradictorio acoger a presidentes vinculados claramente con la corrupción en una cumbre anticorrupción”, resaltó a la AFP el abogado José Ugaz, expresidente de Transparency International (2014-2017).

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Ugaz aplaude la salida de Kuczynski, pero también que se haya retirado la invitación al presidente venezolano, Nicolás Maduro, a la cumbre porque “en Venezuela todo está tapado por el régimen autoritario”.

La corrupción no es un fenómeno nuevo en América, pero los poderosos niveles alcanzados hacen más visible el problema. Tan visible que despabiló a la justicia y gatilló la indignación de la sociedad.

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“Ha sido un proceso acumulativo. Históricamente en América Latina, la corrupción siempre ha sido un problema, pero no era tan visible como ahora”, agrega Ugaz.

“Ahora con el caso ‘Lava Jato’ ha tomado una dimensión global: 12 países latinoamericanos han sido impactados en los más altos niveles políticos, lo cual da mucha visibilidad a la corrupción”, subraya este abogado, que como procurador desmontó la red de corrupción del régimen de Alberto Fujimori (1990-2000).

La corrupción, que en Brasil destapó el escándalo ‘Lava Jato’, demostró que no distingue de ideologías con el ingreso a prisión del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva para cumplir una condena de 12 años y un mes. Así como al empresario Marcelo Odebrecht, que cumple una condena de 10 años con prisión domiciliaria.

Ugaz destaca “que haya una reacción ciudadana sin precedentes, ese es el lado de las luces: millones de ciudadanos movilizados en Brasil, Perú, Guatemala, Honduras, República Dominicana, exigiendo a sus autoridades que zanjen con la corrupción y que se castiguen estos casos”.

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“En los países donde la sociedad civil permanece neutra o tolerante ante la corrupción, no es posible revertir nada”, comenta Walter Albán, director de la ONG peruana Proética.

La región ya ofrece ejemplos de altas autoridades encarceladas por corrupción: El Salvador, con el presidente Antonio Sacca (2004-2009); Ecuador con Jorge Glas, exvicepresidente de Lenín Moreno (actual mandatario); en Argentina con Amado Boudou, vicepresidente de Cristina Fernández, ella misma investigada. Y en Perú, el expresidente Ollanta Humala está en prisión preventiva y una orden de extradición pende sobre el exmandatario Alejandro Toledo.

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Empresarios
El presidente peruano, Martín Vizcarra, pidió a los empresarios de América sumarse a una cruzada contra la corrupción que ha afectado el crecimiento económico sostenido de Latinoamérica.

“Existe una creciente desconfianza de la población en las autoridades y en empresas (...) debido a casos de corrupción que no solo dañan la economía, sino a la gobernabilidad democrática, que dañan la fibra de las instituciones”, afirmó Vizcarra. (I)