Entre el 2 de octubre y el 12 de noviembre de 2025 se espera la actividad de la lluvia de meteoros oriónidas, producida por la interacción de la Tierra con los residuos del cometa 1P/Halley.
Estos fragmentos cometarios, compuestos principalmente de polvo y hielo, ingresan a la atmósfera terrestre a velocidades de aproximadamente 66 km/s, generando fenómenos luminosos conocidos como meteoros y, en casos de fragmentos de mayor tamaño, bolas de fuego.
El radiante de las oriónidas se encuentra en la constelación de Orión, al norte de la estrella Betelgeuse, aunque los meteoros pueden observarse en distintas partes del cielo.
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Las trayectorias lineales de los meteoros producen estelas de corta duración que pueden alcanzar longitudes apreciables, dependiendo de las condiciones atmosféricas.
La tasa de actividad de las oriónidas en un año promedio varía entre 10 y 20 meteoros por hora, mientras que en años de alta actividad se han registrado hasta 50-75 meteoros por hora, cifras comparables a las de las Perseidas. Este comportamiento indica un aumento temporal en la densidad de partículas en la órbita terrestre debido a los escombros recientes del cometa.
Para 2025, se estima que el pico de observación tendrá lugar la noche del 22 al 23 de octubre, coincidiendo con una fase lunar de 2 % de iluminación, lo que proporcionará condiciones óptimas de oscuridad.
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Se recomienda observar durante las horas posteriores a la medianoche, manteniendo la vista a aproximadamente 40 grados de altura sobre el horizonte y permitiendo 30 minutos de adaptación visual a la oscuridad para maximizar la percepción de meteoros.
Comparativamente, los meteoros de las oriónidas presentan mayor velocidad (66 km/s) que los de la lluvia de Perseidas (59 km/s), lo que incrementa la luminosidad de las estelas y la energía de impacto en la atmósfera, pero no necesariamente su tamaño aparente.
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La observación sistemática de estas lluvias contribuye a la comprensión de la distribución de partículas cometarias en el sistema solar interno y a la modelización de la interacción meteórica con la atmósfera terrestre. (I)