Desde hace cientos de años, el dinero ha sido considerado un pase seguro a una vida plena e incluso hay países en los que un acelerado crecimiento económico es asociado al aumento exponencial del bienestar de la población.
Sin embargo, un reciente estudio confirma que la realidad dista bastante de estas creencias y que la riqueza “no es fundamentalmente necesaria para que los humanos lleven vidas felices”, tal como señala la investigadora Victoria Reyes-García, antropóloga del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona, en España.
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El poder de la naturaleza, un vínculo innegable
Ingresos bajos: mayor satisfacción con la vida
Para llevar a cabo este estudio, se entrevistaron a los habitantes de al menos 19 pueblos nativos, de los cuales solo 64 hogares tenían acceso al dinero en efectivo, tal como publicó TN.
A pesar de estas condiciones financieras, mayoría de los entrevistados dijeron que su nivel de satisfacción con la vida alcanzaba los 6.8 puntos en una escala de 10, mientras que otras cuatro comunidades indígenas indicaban un promedio de 8 puntos.
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No se sabe a ciencia cierta la razón detrás de su felicidad, pero se cree que se deba principalmente a sus costumbres, su retribución a la naturaleza, su enlace con la familia y la comunidad, además de sus creencias espirituales, como explicó el investigador Eric Galbraith, profesor de la Universidad McGill en Montreal.
Comparación con países ricos
“Sorprendentemente, muchas poblaciones con unos ingresos monetarios muy bajos reportan niveles promedio muy altos de satisfacción con la vida, con puntuaciones similares a las de los países ricos”, señaló Galbraith.
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Hay que considerar que la puntuación de felicidad promedio es también de 8 puntos en los países escandinavos, los cuales son considerados los más ricos del mundo.
(I)