Suele descubrirse por casualidad, en los exámenes que le envía su médico general, quizás porque ya esté presentando alguna sintomatología, pero sin saber aún el diagnóstico.

Cuando se confirma que alguien padece de colesterol alto, también conocido como hipercolesterolemia, en la mayoría de los casos ha existido ya un tiempo previo durante el cual el paciente lo ha pasado por alto, quizás porque desconoce la gravedad y las posibles consecuencias de esta enfermedad, indica María José Miranda Laborda, médico prevencionista en salud y en seguridad y salud ocupacional.

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El colesterol negativo es el llamado LDL, el cual agrava el pronóstico del paciente, especialmente si este ya sufre de otras enfermedades previas.

¿Cómo se llega a este punto? “La ingesta de frituras contribuye, también el sedentarismo, el pasar mucho tiempo sentado, el estar sometido a un estrés laboral continuo, y el comer con rapidez debido a un apretado horario laboral o, debido a esa prisa, elegir alimentos ‘chatarra’ y de fácil acceso”, explica la especialista. “Tampoco hay que olvidar las grasas sobresaturadas y el consumo de alcohol que contribuyen a este diagnóstico”.

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Sin embargo, también existen otros factores que permiten que el colesterol LDL aumente, como una enfermedad hepática, patologías endocrinas o renales, ciertos fármacos y una condición genética: hipercolesterolemia hereditaria.

¿A qué síntomas debería estar atento? Miranda aclara que esta condición suele considerarse como de origen silencioso, pero se puede presentar hinchazón en las extremidades, boca seca, pastosa, halitosis (mal aliento), pesadez en el estómago o indigestión frecuente, así como dificultades en el ritmo intestinal.

Elegir alimentos procesados y de fácil acceso debido a un horario laboral apretado, puede elevar su colesterol.

También, aparición de lesiones en la piel y urticaria, dolor de pecho, cefalea (dolor de cabeza), visión borrosa (que suele confundirse con una condición oftalmológica). Finalmente, puede darse que al realizar algún deporte la persona presenta bastante agitación y, al levantarse de la cama por las mañanas, pueden llegar a perder el equilibrio.

En palabras sencillas, el valor que debería preocuparle como una alerta extrema es cuando se encuentre mayor a 200. “Aunque existen pacientes que llegan a tener una hipercolesterolemia que llega a 500 o 600″, precisa la doctora. “Pero a partir de 300, el paciente comenzará a presentar entre cuatro y cinco de los síntomas anteriormente mencionados, si no es que todos”.

¿Cómo controlarlo?

Si sus valores son elevados, pero inferiores a 200, el colesterol puede disminuir cambiando de hábitos (una mejor actividad física y nutrición).

“De manera general, el objetivo del paciente que quiere mejorar su salud será el reducir las grasas saturadas, que mantenga una rutina de ejercicio, si es que no la tiene, que incorpore frutas y vegetales a su dieta, más carnes magras como pescado, pollo, cereales como avena, centeno, lácteos bajos en grasa y preferir aceites insaturados como el de canola o sésamo”, detalla.

En el caso de que sea necesaria la medicación, principalmente es una medida para evitar eventos cerebrovasculares y patologías a nivel cardíaco (sufrir un infarto). “Al estar elevado el colesterol, es posible que se formen depósitos de grasas en los vasos sanguíneos y estos crezcan a tal punto que hacen más difícil que circule la sangre por las arterias y puede haber un posterior colapso”, explica. “Los depósitos grasos se rompen, formando un coágulo, que es lo que causa el infarto o un accidente cerebrovascular”.

Un paseo debería formar parte de la rutina diaria para conservar la salud, aún si se tiene dificultades para movilizarse. Los más jóvenes pueden ayudar.

Los alimentos que pueden ayudarlo a mejorar

Avena, salvado de avena y alimentos con alto contenido de fibra. La avena contiene fibra soluble, que reduce el colesterol de lipoproteína de baja densidad (LDL), el colesterol “malo”. La fibra soluble también se encuentra en alimentos como los frijoles, manzanas y peras.

El pescado graso tiene altos niveles de ácidos grasos omega-3, que pueden reducir los triglicéridos, un tipo de grasa que se encuentra en la sangre, así como reducir la presión arterial y el riesgo de que se formen coágulos sanguíneos.

Los ácidos grasos omega-3 no afectan los niveles de colesterol LDL. Pero debido a los otros beneficios para el corazón, la American Heart Association (Asociación Americana del Corazón) recomienda comer al menos dos porciones de pescado a la semana. Al hornear o asar el pescado se evitan grasas no saludables.

Las almendras y otros frutos secos. De acuerdo con la Clínica Mayo, un estudio reciente descubrió que una dieta complementada con nueces puede reducir el riesgo de que se presenten complicaciones cardíacas en personas con antecedentes de ataque cardíaco. Todas las nueces tienen muchas calorías, así que basta con un puñado en una ensalada o comido como un bocadillo.

Los aguacates son una potente fuente de nutrientes, así como de ácidos grasos monoinsaturados (AGMI). Investigaciones sugieren que añadir un aguacate al día a una dieta saludable para el corazón puede ayudar a mejorar los niveles del LDL en las personas con sobrepeso u obesas.

Usted puede mantenerse activo

Otro punto eventualmente útil son los entrenamientos de fuerza y coordinación, siempre y cuando sean consensuados con el médico de cabecera.

Para las personas mayores que tienen dificultades de movimiento y necesitan cuidados especiales también es crucial evitar el sedentarismo. La actividad física es un aporte no solo a lo muscular, sino también a la coordinación y al sistema cardiovascular. En ese contexto, es fundamental que los familiares los incentiven a hacer ejercicio. No es cuestión de hacer actividades complicadas. Cumplir con las tareas de todos los días es un buen comienzo. Cocinar, vestirse, lavar, poner la mesa y regar las plantas son tareas que entrenan el movimiento.

Aunque les lleve su tiempo, es importante que las generaciones jóvenes no releven a los mayores en ciertas tareas. En todo caso, es mejor apoyarlos mientras las hacen o hacerlas junto con ellos. También es importante dar paseos. Aunque sea un trecho corto, no debería faltar un paseo diario en una rutina que beneficiará su salud.