Durante las últimas semanas, y como todos los veranos, hemos visto arder árboles, matorrales y hasta casas en diferentes países (Grecia, Turquía, EE. UU., Rusia, etc.). El fuego consume la vegetación a una gran velocidad y altera procesos imprescindibles para los ecosistemas. Por ejemplo, la circulación y retención de agua. Además, puede llegar a suponer una amenaza para la seguridad de las personas, como ha sucedido recientemente en California, donde miles de residentes han tenido que ser evacuados.