Hace dos años se conoció de la aparición de un nuevo virus, ahora denominado SARS-CoV-2, que ocasiona el COVID-19. Tras esa fecha, se han desarrollado vacunas y tratamientos que permitan minimizar los síntomas.

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Sin embargo, continúan realizándose descubrimiento acerca del comportamiento de la enfermedad y aún hay detalles que no se conocen como los efectos a largo plazo del COVID-19.

Hace un mes, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al pos-COVID o COVID de larga duración como una enfermedad tras una consulta mundial.

Pos-COVID fue declarada “enfermedad” por la OMS

“La afección posterior al COVID-19 se presenta en personas con antecedentes de infección por SARS CoV-2 probable o confirmada, generalmente 3 meses desde el inicio del COVID-19 con síntomas y que duran al menos 2 meses y no pueden explicarse con un diagnóstico alternativo”, indicó la organización.

Entre enero y abril de este año, Fabricio González Andrade, médico especialista en Medicina Interna y Genética, realizó un estudio epidemiológico, observacional y transversal en el que se buscaba indagar en qué pasaba con las personas luego de superar la infección de COVID-19.

En total participaron 1.366 pacientes ambulatorios entre 12 y 85 años de distintas provincias del país. Las personas que integraron el estudio debían tener una prueba PCR positiva sin importar el tipo de cuadro presentado, la mayoría tenía entre 18 y 54 años y se les consultó si había tenido algún signo o síntoma pasado las cuatro semanas. Se analizaron los 34 signos y síntomas más frecuentes.

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Entre los resultados se evidenció que el 64,3% de los pacientes tuvieron síntomas entre 4 y 6 semanas después de la infección por COVID, mientras que el 21,1% marcó signos continuos entre 6 y 12 semanas después y 14,6% durante más de 12 semanas.

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“El tema es que hay muchísima gente que queda con este problema con hasta doce semanas, pero puede haber gente que tenga esto largo cuatro, cinco, seis meses y no sabemos entonces esto es la importancia de esto”, enfatiza González.

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El síntoma más recurrente fue el de la fatiga presente en el 67,12% de todos los pacientes (la mayoría entre leve y moderado), el 45,27% en cambio presentó dolor de cabeza y el 36,48% trastornos de sueño. A nivel muscular el 31,84% presentó mialgia (dolor muscular) y el 23,22% artralgia (dolor de articulaciones), mientras que a nivel respiratorio el más frecuente fue la tos (29,72%), congestión nasal (29,14%), rinorrea (23,75%) y disnea (22,87%).

“La mayor parte de pacientes dijo que después de la patología no se sentía recuperado del COVID entonces se sentía mal, esto hay varios grados, hay gente que tenía un síntoma hay gente que tiene tres, cuatro, hay gente que está peor que otros no sabemos eso porque no entramos en ese detalle”, manifestó el especialista.

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González-Andrade señala también que hallaron que el superar la enfermedad les cambió sus hábitos de vida. “Antes de la infección el 8% caminaba, después de la infección el 29%, significa que obviamente cambiaron sus hábitos de vida antes eran muy sedentarios y después de la infección comenzaron a hacer un poco más de actividad”.

El médico señala que ante la evidencia de esta dolencia, que se puede presentar hasta el 20% de los recuperados, hay varias acciones que se pueden realizar:

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  • Reestructuración de los servicios de atención primaria para atender pacientes pos-COVID.
  • Realizar una guía de práctica clínica que hable sobre la enfermedad.
  • Educar a los médicos sobre los avances que surjan del virus.
  • Continuar con la investigación del COVID-19.

Para González Andrade, tras la infección se debería requerir de un reposo de más o menos cuatro semanas como mínimo para saber si hay o no pos-COVID. (I)