La mentira forma parte del diario vivir de las personas. En ocasiones se la utiliza para librarse de un problema, en para evitar herir los sentimientos de los demás y hasta salirse con la suya.

Un estudio de la Universidad de Alabama en Birmingham, que analizó más de 100.000 mentiras de 632 participantes durante tres meses, determinó que el 1% de las personas dice más de 15 mentiras al día.

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La psicóloga María José Avilés explica que hay tres tipos de mentiras:

  • Prosociales: Evita lastimar o herir a los demás.
  • Antisociales: Con fines maliciosos.
  • Compulsivas o patológica: Tienen una conducta a mentir.

En este último punto, hay personas que crean una dependencia a las mentiras que se vuelve hasta una necesidad biológica aunque no es considerada una patología sino síntoma o conjunto de síntomas de un trastorno o cierto tipo de personalidad.

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“Siempre es un peligro sobre todo para la persona que miente o sea porque se mira como el rechazo porque finalmente yo comienzo a mentir y la realidad ya no concuerda... Entonces el riesgo que tiene esta persona que miente repetitivamente es de ser rechazado y ya no poder tener una vida normal, no adaptarse por ejemplo a un contexto laboral. a un contexto familiar, a sus relaciones íntimas relaciones amigos o sea ya comienzan a rechazarlo y por más que él intente decir verdad siempre va a tener la necesidad de mentir porque esa es la única forma que él acepta su realidad”, explicó la especialista, quien además cuenta con un diplomado en psicología clínica.

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A nivel de personalidades, indica, que no hay una específica para los mentirosos compulsivos, este puede ser histrónico, también limítrofe.

“Ellos son adictos a esta conducta a este comportamietno y le pasa lo mismo que a un adicto a una sustancia tiene ansiedad por querer mentir entonces esa ansiedad y la baja autoestima que tiene y las pocas habilidades sociales porque también no tienen muchas habilidades sociales su única habilidad social es mentir para que los demás los miren y los acepten”, añadió.

La especialista señaló que el origen de estas mentiras compulsivas puede ser genético, psicológico y hasta social lo que también ocasiona que la terapia nos sea igual para todos.

Las mentiras compulsivas pueden llegar a derivar en delirios de grandeza o persecución dentro del individuo.

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“Hay múltiples factores puede ser biopsicosocial que es lo que se entera dentro de la psicología clínica que buscamos múltiples factores para poder dar como sentido a lo que pasó porque algunas veces el porcentaje de de la genética es muy alto pero los factores sociales y psicológicos fueron muy bajos”, complementa.

Avilés recomienda que si conoce a alguien que mienta pese a que su entorno conozca la verdad, esta quizás deba buscar ayuda profesional. Aunque reconoce que estos mentirosos muchas veces no están conscientes de que tienen un problema.

“Estas personas que buscan ayuda quieren cambiar y no pasa frecuentemente porque su vida es tan rígida, tan inflexible que solamente quieren ver la vida de ese color pero en el caso de que exista alguna persona que sí quiera es como los estadíos tienen que estar en un estadío precomtemplativo contemplación... Todo en tu vida a partir de los 10 años en adelante, él comenzó a hacer un mentiroso patológico. Puedes dar indicadores e indicios desde los 10 años y se puede solidificar esta conducta a principio de la adultez joven”, finalizó.

Además se debe estar consciente de no mentir frente a los niños ya que “si tú mientes frente a tu hijo entonces cómo vas a decirle que no hagas lo mismo”. (I)