México (AFP). Susurrándoles palabras cariñosas, Adriana Véliz saca puñados de abejas del interior de una estatua en el centro de México. Su tarea es rescatarlas para protegerlas de la gente y de los agroquímicos. “¡Tranquilas, bebés, tranquilas! ¡Van a estar bien!”, les dice mientras cientos de abejas revolotean amenazantes y se adhieren a su traje blanco de apicultor en el patio de una casa donde yace la efigie.