De niño, Andrés Toro se enteró de algunos temas ecológicos en la televisión y en otros medios de comunicación. Pero no era uno de sus grandes intereses.

El “call to action”, como él lo llama, se dio cuando era adolescente y estuvo un tiempo haciendo voluntariado, fabricando servicios higiénicos o baños secos en comunidades rurales ecuatorianas.

Fue cuando se dio cuenta de la real importancia del ahorro de agua para las personas y de la necesidad de aplicar la sostenibilidad en nuestras vidas.

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Andrés, quien nació en Milagro hace 38 años, estudió Finanzas en Guayaquil y luego viajó a Corea del Sur para estudiar una Maestría en Finanzas Globales y Desarrollo Internacional. Desde esta etapa, se involucró en la industria de desarrollo de proyectos para mitigar el cambio climático.

Fue en Alemania, mientras estaba certificándose como experto en Finanzas Climáticas y Energía Renovable, cuando surgió la idea de utilizar una tecnología ya existente para crear un dispositivo de tamaño reducido, que convierta el aire en agua.

“Comenzó como un proyecto universitario, con varios participantes, pero finalmente quedé yo a cargo de la idea”. Esta fue nombrada Aqua Wise.

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¿Cómo se crea agua a partir del aire?

A partir de un método que realiza la naturaleza, que solemos aprender en la escuela: la condensación, el cambio de estado de la materia gaseosa a líquido.

El artefacto creado por Aqua Wise toma partículas de aire (estado gaseoso) y lo lleva a estado líquido. Cuenta con tres filtros de aire y también cuatro filtros para el agua, para asegurar la máxima calidad del agua. Entre esos filtros, se utiliza el método de ósmosis inversa, que elimina partículas pesadas o impurezas en el líquido. Además, pasa por una capa de sistema UV.

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“No es utilizar tecnología de la NASA para hacer grandes inventos, esto es tecnología común aplicada a un contexto”, explica Andrés.

Aqua Wise, que puede producir hasta 50 litros de agua al día, se presenta como una solución para crear agua y no tomarla de los recursos naturales, como los ríos. Pero también como una forma de reducción de uso de plásticos de un solo uso, pues evita la compra de agua embotellada.

Cada botella plástica de agua tarda en degradarse hasta 500 años, según Greenpeace.

Andrés explica que en países en desarrollo este tipo de tecnología es importante porque permite ahorrar recursos, pero no es la única solución para el ahorro del agua o el cambio climático, si no que es la unión de varias tecnologías lo que puede hacer un cambio real en la sociedad.

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Actualmente, él vive en Banuato (Oceanía), en donde trabaja identificando proyectos de mitigación al cambio climático. (I)