Si bien la pandemia ha dejado cuadros dolorosos tanto en lo emocional como en lo económico, también ha generado conciencia ambiental y ha impulsado a los ecuatorianos a desarrollar ideas que buscan un cambio estructural en Ecuador. Es el caso de Diego Hidalgo quien decidió, el año pasado, emprender su negocio Pepita Capulí basado en el consumo responsable.

Cuenta que con la llegada del virus entendió el deterioro real que tiene el planeta y que no es una “moda”. De hecho, encontró un análisis realizado por la Red Ecuatoriana de Macro y Micro Plástico y el Instituto Nacional de Pesca que muestra que el 60 % de la basura que contaminan las playas en Ecuador es plástico. Además, que los porcentajes de reciclaje en el país no son los óptimos.

De esta necesidad de reducir el consumo de plásticos de un solo uso nace Pepita Capulí. Un modelo de consumo consciente, comercio justo e innovación. “A través de estos tres pilares queremos aportar un granito de arena para ayudar al planeta disminuyendo la generación de residuos, en especial de plástico”, indica.

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Hidalgo busca proveedores ecuatorianos y les da una alternativa de comercialización bajo el modelo de cero residuos. Actualmente tienen una sociedad con la empresa Ecoterra, que se dedica a la producción de detergentes, suavizantes, lavavajillas, jabones, gel antibacterial y otros productos de aseo y limpieza biodegradables.

Esos productos se venden en envases de vidrio reutilizables y hacemos lo que se hacía con las gaseosas. La primera vez vendemos la botella de vidrio y luego hacemos el switch (cambio). Es decir, regresamos y cambiamos la botella llena por la vacía y el cliente solo paga el líquido o el producto en sí”, añade.

Se pueden comprar botellas de vidrio con producto para luego rellenarlas. Foto: Carlos Granja Medranda

El otro modelo comercial de Pepita Capulí implica ir a las casas de los usuarios con un refill truck (remolque de recarga) para llenar los envases reutilizables que el cliente desee como botellas de detergentes antiguos. El refill truck llega hasta la puerta del consumidor de Quito y los Valles. El vehículo lleva unas canecas que tienen unas llaves para despachar el producto y se lo envasa y pesa in situ.

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Con cualquiera de los dos modelos, el emprendimiento busca reducir el consumo de plástico de un solo uso. Además, quiere generar conciencia al momento de comprar, ya que más que adquirir un envase para reutilizar lo que se lleva la persona a su casa es un empaque para botar y que, en la mayoría de los casos, termina en el océano.

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La iniciativa ha tenido gran acogida dentro de la capital y actualmente tiene un cartera de 80 clientes. Además, se están adaptando a las necesidades del mercado. Por ejemplo, las personas le han solicitado envases de 500 mililitros y productos como champú y acondicionador: “Muchas personas nos han dicho que esperaban algo así porque quieren aportar para el planeta y quieren darle la vuelta a la economía lineal. Hay cinco playas de plásticos en los océanos, de microplástico y los seres humanos estamos ingiriendo al mes la cantidad que pesa una tarjeta de crédito en plástico”.

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Desde que empezaron operaciones, calculan que han aportado con la reducción de 110 kilos de plástico, es decir, algo más de la cantidad total de lo que consumen dos personas de este producto al año: “La cifra parece pequeña, pero es un granito de arena. Nuestra meta es reducir el consumo de plástico de cada ecuatoriano de 50 a 45 kilos al año. Esto es una ayuda al enfoque proplaneta”.

Además, del beneficio para el planeta, Pepita Capulí significa un alivio al bolsillo de sus clientes, ya que este modelo de negocio significa un ahorro que va desde un 15 % y llega al 25 %, dependiendo del producto. Las grandes marcas deben invertir en la producción de los empaques, lo que las lleva a elevar sus precios.

Los usuarios también pueden rellenar sus propios envases con el producto que ellos deseen. Foto: Carlos Granja Medranda

Viviana Linares es cliente de Papita Capulí y asegura que la compra de estos productos le ha generado dos ventajas: disminución del uso de plástico en su casa y, la segunda, es el ahorro, ya que en precios hay una diferencia “abismal” con los costos en supermercados.

Hidalgo también ha ideado la venta de kits que por primera vez cuestan $ 25 y que constan de un litro de detergente, uno de suavizante, uno de desinfectante y otro de lavavajillas. Todos en envases de vidrio y sobre una canasta de madera. Luego, al rellenar las botellas, el usuario gasta $ 11.

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También ha cerrado una alianza con otro emprendimiento ecuatoriano para poder distribuir frutos secos en el cual se aplicará el mismo modelo que la línea de artículos para limpieza. En este segmento el ahorro al consumidor sería de hasta un 20 %.

Aunque por ahora Pepita Capulí solo está en Quito, el objetivo es llegar a más ciudades: “Queremos afianzarnos en la capital, para que luego las buenas prácticas se puedan implementar y conocer en todo el Ecuador”, dice Hidalgo. (I)