La minería ilegal (extracción de oro) afecta a los bosques primarios que no son parte del sistema estatal de áreas protegidas.

Los científicos como el biólogo Alejandro Arteaga identifican estos sitios que requieren de un manejo de conservación.

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Una de las motivaciones es el hallazgo de nuevas especies en estos puntos, lo que ayuda a financiar los proyectos de protección con la creación de reservas privadas.

Tres nuevas especies de serpientes son encontradas en un cementerio, junto a una iglesia y en un huerto en pueblos remotos del Ecuador

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La degradación está acelerada por factores como la minería ilegal, la explotación petrolera y el cambio climático, causas que se juntan al problema más antiguo de la deforestación, para convertir al bosque primario en zonas agropecuarias.

Arteaga es testigo de la afectación en las inmediaciones de los ríos Anzu y Nangaritza, que atraviesan las provincias de Napo y Zamora Chinchipe, en su orden.

En el primer punto se creará la reserva privada Pitalala, en la zona alta de la región Amazónica, en la que se halló una especie de lagartija aún no descrita. El fin es frenar la pérdida del bosque prístino.

El financiamiento se logró con fondos internacionales y la actividad del ecoturismo a través de una agencia de viajes. La labor incluye traer visitantes extranjeros a observar los paisajes de estas zonas y las especies que albergan.

El análisis científico y el estudio a nivel molecular se hacen con la colaboración de la Universidad San Francisco de Quito.

El científico creó este año la Fundación Khamai con el enfoque de hacer investigación científica y conservación. Fue concebida justamente para el manejo de la reserva Pitalala.

El herpetólogo Alejandro Arteaga muestra una especie de serpiente recién descubierta (Atractus zgap). Foto: CORTESÍA DAVID JÁCOME

Una característica peculiar de esta ONG es su forma de financiar los proyectos. “La manera de conseguir fondos para proteger hábitats críticos en el país se basa principalmente en el descubrimiento de especies nuevas”, explica Arteaga.

La metodología incluye la visita de lugares remotos que están sufriendo problemas de degradación. De ahí se encuentran las especies nuevas y “a través del nombramiento de estas se consiguen los fondos para la protección de su hábitat. Esta idea se presenta a instituciones e individuos que tienen cierta conciencia ambiental y que quieren dejar su legado, por lo que ellos escogen el nombre que les gustaría poner a la especie nueva y también hacen donaciones importantes para su conservación”.

Una muestra es lo ocurrido en una expedición realizada en noviembre del 2021 por los bosques nublados del sur del país cuyo fin era encontrar sapos que se cree están extintos. Sin embargo, en el camino de regreso, tras no hallarlos, si descubrieron tres nuevas especies de serpientes de tierra.

Una de ellas fue denominada con el nombre científico de Atractus Michaelsabini en honor a Michael Sabin, un joven naturalista cuya familia ha protegido más de 1.070 kilómetros cuadrados de hábitat amenazado que concentra anfibios y reptiles.

La degradación se ha intensificado, agrega Arteaga, durante la última década. “Sitios que yo había conocido hace años y que estaban en perfecto estado, prístinos, no tocados con un montón de diversidad, ahora están reducidos a la explotación para sacar oro; me pareció urgente hacer algo, por eso decidí crear esta fundación. Fui en noviembre pasado y logré ver cómo se han tomado las riberas de los ríos los mineros ilegales de oro”.

En el segundo punto, en la zona del río Nangaritza, está la reserva privada Maycú que creó la ONG Naturaleza y Cultura Internacional (NCI), en la provincia de Zamora Chinchipe.

En este último se descubrió recientemente una nueva especie de serpiente, parte del grupo animal de los reptiles, una de las especialidades de Arteaga como herpetólogo.

Al descubrirlas, aumenta el interés internacional sobre estas zonas y se consigue el dinero para preservarlas.

“El proceso de descubrir una comienza en el campo durante una expedición científica, muchas veces es totalmente por sorpresa. Encuentras un animal que no se parece a nada de lo que has visto y ahí empieza la intriga. Es tomarle fotos, conseguir una muestra, llevarla al laboratorio y empieza el proceso científico, que consiste en comparar con lo que ya se conoce, ver las diferencias y comprobar que se trata de una especie nueva. Luego viene la revisión en las colecciones de los museos”.

La Atractus michaelsabini es una de las especies de serpiente encontrada junto a una iglesia en Guanazán, parroquia de Zaruma en El Oro. Foto: CORTESÍA AMANDA QUEZADA

La publicación de esta nueva especie en Maycú aún está en proceso, pero Arteaga adelanta que es parte de un grupo de serpientes caracoleras descubiertas en varias áreas del país.

En total 23 especies nuevas ya fueron publicadas y bautizadas, entre ellas hay ranas, lagartijas y serpientes caracoleras y tierreras.

Los sitios con más potencial son la reserva biológica Buenaventura, que administra la Fundación Jocotoco en El Oro, Maycú en Zamora Chinchipe y el Parque Nacional Sumaco, que es parte del sistema nacional de áreas protegidas y está entre las provincias de Napo y Orellana.

“El trabajo ahora está enfocado en la descripción de 20 especies más de reptiles y anfibios, nos concentramos en estas antes de expandirnos a otros grupos de animales”.

Arteaga se centra en las especies de reptiles porque hay pocos investigadores enfocados en ellas, particularmente tiene el foco en las serpientes, las que debido a su mala reputación sufren ataques constantes.

“Hay un montón de especies que necesitan ser protegidas y el primer paso es cambiar la percepción que la gente tiene sobre ellas mediante fotografías por un lado y también generando atención en los medios sobre su importancia y valor en los ecosistemas”.

Una de sus múltiples funciones, asegura Arteaga, es conservar el balance en todas las cadenas ecológicas y también mantienen a raya a las poblaciones de roedores. “Esto es importante porque gran parte de las enfermedades que afectan a los humanos en las zonas rurales son transmitidas por los roedores”

Además, hay un motivo biomédico ya que muchas serpientes tienen la capacidad en su ADN y en las proteínas de los venenos de aportar a nuevos medicamentos, ya sea analgésicos o incluso para contrarrestar las mordeduras de otras serpientes que son venenosas, indica Arteaga.

Hay serpientes caracoleras cuyo veneno solo tiene efectos en los caracoles que consume. “Su veneno paraliza a las babosas y así se las puede comer, pero son totalmente inofensivas para el ser humano”.

En Ecuador hay 200 especies de reptiles registradas. La forma de encontrarlas es variada. En el caso de las víboras, por ejemplo, lo mejor es hacer caminatas nocturnas, afirma Arteaga. “Si quieres encontrar serpientes de tierra, tienes que ir con una pala a excavar, las serpientes de látigo son diurnas”.

Las reservas privadas funcionan como corredores para unir las áreas protegidas estatales

Una de las últimas expediciones al volcán El Reventador, en Napo, organizadas para hallar sapos extintos, se encontraron en realidad nuevas especies de reptiles. Foto: CORTESÍA DAVID JÁCOME

La ONG Naturaleza y Cultura Internacional (NCI) empezó su trabajo en Ecuador a partir de 1996 con la creación de la reserva privada San Francisco en las inmediaciones del Parque Nacional Podocarpus, que abarca las provincias de Loja y Zamora Chinchipe y es parte del sistema nacional de áreas protegidas.

El director de NCI en el país, Felipe Serrano, indica que la labor se inició en el sur de Ecuador y desde entonces se han expandido. Ahora están presentes con tareas de conservación en Perú, Colombia, Brasil, México y tienen una oficina de recaudación y levantamiento de fondos en California, Estados Unidos.

El primer paso fue la adquisición de una propiedad en la cuenca del río San Francisco, en la que se instalaron la reserva biológica y la estación científica que lleva el mismo nombre. La idea es estudiar la biodiversidad, los procesos ecológicos y funcionales de los sistemas montañosos y formar cuadros locales relacionados con ecología, hidrología, meteorología, etc.

“Sin duda es el sitio más estudiado del mundo en cuanto a bosques nublados tropicales. A la vez que montamos la estación conseguimos un acuerdo con varias universidades ecuatorianas y alemanas para generar investigación, entonces en estos 26 años más de catorce universidades alemanas y ocho ecuatorianas han realizado proyectos de investigación en el lugar”, indica Serrano.

La labor fue fructífera y hoy se cosechan las semillas sembradas, ya que a lo largo de estas décadas varios científicos nacionales se formaron en las universidades alemanas haciendo sus tesis de maestría y doctorado en la reserva biológica y estación científica San Francisco.

“Nuestra misión es conservar paisajes biológicamente diversos en los ecosistemas más frágiles en acuerdo con las comunidades y gobiernos locales”, asegura Serrano.

El bosque seco es el que más pérdida de cobertura ha tenido, por lo que parte de la iniciativa de NCI se centra en este ecosistema. “Los últimos remanentes que aún quedan, los más importantes del país, se encuentran en el suroccidente de Loja, entonces cuando pedimos al Estado que conserve estas áreas, nos decían que no había recursos, financiamiento ni personal, se trataba de un área lejana casi inaccesible, había que actuar”.

Ante ello, el papel de NCI ha sido adquirir tierras para crear reservas privadas. Ya son ocho en las provincias de Loja y Zamora Chinchipe (como Maycú) que suman 26.000 hectáreas.

“Esta red de reservas naturales privada que administra Naturaleza y Cultura Ecuador alberga al bosque seco, bosques secos colinados, bosques nublados y los de pie de monte amazónico”.

Están en puntos estratégicos para mantener la biodiversidad, ya que permiten la conectividad con otras áreas protegidas o en zonas que no ha podido atender el Estado.

Maycú resalta en la zona del río Nangaritza por ser el único puente natural íntegro que conecta los bosques nublados con los de la llanura amazónica. “El Parque Nacional Podocarpus está entre Loja y Zamora Chinchipe, hacia el este está la cuenca del río Nangaritza y a la derecha está la gran llanura amazónica, en Perú, entonces es el único que incluye páramo, bosque nublado, de pie de monte amazónico y la gran llanura amazónica interconectados”.

La conectividad permite el mantenimiento de la biodiversidad. “El jaguar o el oso de anteojos están protegidos por un parque nacional rodeado de ciudades, pastizales, sembríos. Estas poblaciones no se pueden relacionar y empiezan a reproducirse entre los miembros, produciendo endogamia, entonces es fundamental la conexión de las áreas protegidas”.

Incluso esta zona del río Nangaritza ha sido catalogada por los científicos como la que registra las mayores tasas de descubrimiento de nuevas especies del planeta. “Es un área bastante inexplorada. En un par de expediciones científicas que hemos patrocinado, los científicos encontraron entre 15 y 20 especies nuevas en tan solo 15 días de búsqueda, es decir, una especie nueva por día”.

El plan abarca el asesoramiento y la creación de áreas de conservación en más de 65 Gobiernos autónomos descentralizados municipales en las provincias de El Oro, Loja, Zamora Chinchipe, Azuay, Cañar, Morona Santiago y Pastaza.

“También hemos apoyado al Estado en crear áreas protegidas de orden nacional como el Parque Nacional Río Negro Sopladora (en Azuay, Cañar y Morona Santiago) y Yacuri (entre Loja y Zamora Chinchipe)”. (I)

El herpetólogo Alejandro Arteaga en el laboratorio examinando especímenes de serpientes. Foto: CORTESÍA ALEJANDRO ARTEAGA